"'Huérfanos del narco', un reclamo social"
Elizabeth Gámez Acosta
Culiacán.- Escribir Huérfanos del narco fue para Javier Valdez Cárdenas recoger escombros de lo que queda en el país tras la violencia. Fue recoger los "restos" de las personas, "restos" de dolor, abandono, la ausencia y tristeza.
En su séptima publicación, la quinta editada por Aguilar, el autor con más de dos décadas en el ejercicio periodístico platica de lo difícil que fue entrevistar a niños, escribir de su llanto debajo de las cobijas, en la oscuridad. Lo mismo que hacen sus madres calladamente.
Reitera que Huérfanos del narco es un reclamo a la sociedad, a las autoridades para no olvidarse de los desaparecidos, pero tampoco de las víctimas.
"Fue para mí muy difícil hablar con ellos, entrevistarlos, hablar con sus madres, porque fue meterme a sus hogares, más que a la estructura física, a la vida dentro de las paredes, a la intimidad incluso, porque cuento mucho las noches que pasa un niño huérfano, o un niño hijo de un desaparecido que seguramente no va a volver", asegura.
"Yo me pregunto si para el país, para los medios, el gobierno, los desaparecidos y los ejecutados son invisibles, ¿qué son los niños, sus hijos, sus viudas? Si ellos están invisibles ¿qué son lo que queda de ellos?"
Refiere que Huérfanos del narco, que incluye 11 historias y una entrevista a la socióloga Nashieli Ramírez Hernández, es una mirada milimétrica del dolor, de ese pleito con el recuerdo, con la lucha, con la memoria, con el gobierno, con la sociedad.
"El pleito que se avientan las viudas y los hijos es un pleito con todo mundo y con ellos mismos, porque además siguen luchando, viviendo".
Reconoce que esta publicación es un eslabón a sus anteriores libros que tienen que ver con la violencia, pero con historias diferentes a sus anteriores libros, como Levantones y Con la granada en la boca, los más recientes.
Valdez Cárdenas dice que sabía que tenía que escribir sobre los huérfanos del narco, pero no sabía cómo empezar. La idea tomó sentido cuando al ser invitado por Javier Sicilia a una conferencia sobre la cobertura periodística sobre la violencia, María Herrera Magdalena levantó la mano para reclamar por qué los medios han dejado de cubrir, investigar y publicar historias de desaparecidos.
Al sinaloense le atrapó el carácter, la lucha, el dolor de esta mujer que tiene ocho hijos; la mitad, desaparecidos. Su historia está en su reciente libro.
También escribió sobre Julio César, uno de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa; de su hijo de meses que dejó huérfano. Escribió de Iñaki, de 6 años, que es como su nombre de origen vasco: fuego que quema y deja huella, y que da tanto amor como el que necesita y que no recibirá nunca de su madre desaparecida un día a las 4 de la tarde, la hora del diablo en Monterrey.
Otra historia regia que le atrapó fue la de un bebé que nació con los puños cerrados, porque su madre vivió la desaparición de su esposo durante el embarazo. Habla de su batalla para que abriera las manos, para que sonriera como un niño de su edad.
Son crónicas de la Ciudad de México, Ciudad Juárez, el Estado de México y de Culiacán. Todas con el hilo central de la orfandad, que lo impactaron.
"Me parece delicado escribir cómo te mira un niño que no tiene padre, que no sabe dónde está, y que le cuentan 'tu papá se fue a un bosque y no supo cómo regresar, y lo estamos buscando para ayudarlo a que regrese'".
Había pensado titular su libro Los nadie, porque para él eso son las víctimas: "nadie", a los que Valdez Cárdenas intenta sacar de las sombras para mostrarlos y decirle al lector, al país, a la gente "estas personas existen y están sufriendo mucho".
Valdez Cárdenas, que se caracteriza por su albur al hablar, fija la mirada y es serio al explicar que no le fue difícil ponerse en los zapatos de otros para hacer suyo el dolor de casos como Chelita, hija del Choco, un reportero de Juárez asesinado en la cochera de su casa. Una niña que no habla de ese momento que testificó.
Escribió sobre las "rastreadoras" de Los Mochis y El Fuerte. Son esas mujeres que, por su cuenta, buscan a sus familiares desaparecidos.
"Estas 11 historias son un retrato de un país quebrado, pero nosotros no vemos ni la fractura ni lo que quedó del otro lado. La vida de esta chavita, la hija del Choco, de Iñaki, del niño que nació con los puños cerrados, del bebé de Julio César, es ese país fracturado", reitera.
Son historias "espinosas", heridas que tocó a través de una autopsia en vida a estos niños que lloran a escondidas a la par que su madre, cada uno por su lado.
Valdez Cárdenas se pronuncia por dejar de lado esa actitud indolente de no veo, no oigo, no siento. Incluso, reclama que al hacer este libro se encontró que no existen estudios recientes sobre desaparecidos del Gobierno o académicos; lo que atribuye a ese desinterés, la modorra en la que se vive en este país.
Y es a través del ejercicio de la prosa que el autor se muestra esperanzado de poder contagiar a otros mexicanos de esta realidad, que a través de sus textos la gente sepa del dolor y la resistencia de los huérfanos del narco.
AUTORJavier Valdez Cárdenas es corresponsal de La Jornada desde 1998. Es reportero fundador del semanario Ríodoce.Es autor de los libros 'De azoteas y olvidos', 'Malayerba', 'Miss Narco', 'Los morros del narco', 'Levantones' y 'Con una granada en la boca'.En conjunto con Ríodoce ha recibido los premios María Moors Cabot de la Universidad de Columbia, Nueva York, y el premio PEN Club a la excelencia editorial.Fue asesor periodístico de la serie 'Señorita Pólvora', de la empresa colombiana Teleset, para Sony Televisión.