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Columna

Jericó

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

    En 1552 cuando la arqueóloga inglesa Kathlen Kenyon realizaba unas excavaciones en la parte norte del Mar Muerto hizo su hallazgo más importante, al localizar un promontorio denominado Tell al-Sultan, encontró los vestigios de un antiguo asentamiento, al parecer uno de los primeros poblados humanos, de la época del mesolítico, era una comunidad agrícola y al realizar la datación se le encontró una antigüedad fechada en el año 9000 a. C. La ubicación de este hallazgo es en donde las Sagradas Escrituras sitúan a la ciudad de Jericó.

    El primer nivel de este promontorio, el más antiguo, según parece, estaba destinado a los ejercicios religiosos, al parecer ahí se practicaron sacrificios humanos, pues se encontraron cráneos humanos enlucidos con apariencia de estar vivos. En este primer nivel es notoria la aún no utilización de la cerámica, pero ya hay indicios de la domesticación de algunas especies de animales.

    El segundo nivel, fechado hacia el 7530 a. C. se encontraron vestigios de casas construidas en forma redonda con ladrillos de barro, también hay evidencias de una muralla de 3 metros de ancho rodeando a la ciudad, parece ser que su dieta ya consistía en trigo, cebada y animales cazados por los habitantes.

    Cuando los hebreos culminaron su peregrinaje, tras su salda de Egipto, a través de los desiertos de la Península del Sinaí y parte de la Península Arábiga, decidieron lanzarse a la dominación de las tierras cananeas, siendo guiados por Josué, después de la muerte de Moisés, eligieron como punto inicial la conquista de la ciudad de Jericó, empresa, al parecer llena de un alto grado de audacia y de riesgo.

    El hecho es narrado en el texto bíblico de Josué y narra que estando sitiada la ciudad, Josué mandó a los sacerdotes dar vueltas a la ciudad con el Arca de la Alianza durante siete días, el séptimo día dieron siete vueltas y finalmente, cuando los sacerdotes tocaron trompetas, las murallas se desplomaron, permitiendo a los israelitas tomar la ciudad y aniquilar a los habitantes.

    En las excavaciones arqueológicas se hace evidente la existencia de restos de una gran destrucción, al parecer causada por un cataclismo, de orígenes no identificados, lo cual fue la causa de la destrucción de las murallas. Algunos historiadores opinan que no se dio la masacre descrita en el libro de Josue y que si se dio una convivencia entre los antiguos cananeos y los nuevos habitantes israelitas.

    La ciudad, destruida por el cataclismo fue reconstruida 500 años más tarde, en el Siglo 9 a. C. durante el reinado del rey de Israel Acab y es mencionada en diferentes partes del libro de los reyes.

    Durante la dominación romana, la ciudad de Jericó fue arrasada por las tropas de Vespasiano, en el sitio de la ciudad de Jerusalén. Más tarde los cruzados ocuparon el lugar, para después ser expulsados por los musulmanes, hasta que en 1918, durante la primera guerra mundial los británicos la tomaron, convirtiéndola en El Mandato Británico de Palestina.

    En 1947. Las Naciones Unidas decretaron la división de palestina dejándola bajo el dominio de los árabes, pero en 1967, en la llamada “Guerra de los siete días” Israel conquistó la región de Cisjordania, obteniendo el dominio de Jericó.

    Finalmente en 1994, al firmar el acuerdo de paz, la ciudad pasó al dominio de la Organización de Liberación Palestina e Israel retiró sus fuerzas armadas del territorio.

    Mencionada en diferentes lugares de los evangelios, la ciudad de Jericó es un lugar de referencia de varios episodios de la vida pública de Jesús y en la enseñanza de sus parábolas, recalcando el reencuentro y la conversión.