Fernando Pascual
Una frase repetida mil veces llega a fijarse en la mente como una verdad inconmovible. Y esto sucede también cuando esa frase encierra una inexactitud, un error o una mentira.
"El amor es ciego". Lo repetimos una y otra vez. Pero más de uno ha alzado la voz, se ha rebelado contra estas cuatro sencillas palabras.
André Frossard es uno de esos rebeldes. En su obra Dios existe, yo me lo encontré exclama: ¿Quién dijo que el amor es ciego? "Es el único que ve bien: descubre bellezas donde nada ven otros".
En cada realidad, en cada rincón del mundo inquieto, hay mil bellezas escondidas. Muchos no las ven.
Pasan con prisas entre los cipreses, los jilgueros y los ríos. Corren por las calles sin fijarse en las palomas o las nubes. Cierran los ojos a tantos rostros que parecen indiferentes, fríos, fugaces, tal vez hostiles o apáticos.
EL AMOR DESCUBRE BELLEZAS...
Desde el amor, una madre sabe lo hermoso que es ese hijo al que los profesores consideran un incorregible peligroso. O lo que vale ese otro hijo siempre enfermo, siempre pálido, incapaz de mantenerse en pie por esos dolores que son más profundos en la madre que en el hijo.
Desde el amor un hijo aprecia a sus padres ancianos. Aunque no puedan valerse por sí mismos, aunque las arrugas hayan deformado aquellos rostros siempre tan alegres, aunque las circunstancias de la vida hagan que el hijo y los padres vivan separados por mares, montañas y fronteras.
Desde el amor arranca esa manía o locura que permite el que un chico y una chica se amen para siempre, digan sí al matrimonio. Aunque algún observador externo no comprenda por qué se quieren, si él o ella parece tan feo, tan pobre o tan miserable...
Los dos han descubierto tesoros escondidos que valen por sí mismos, por lo que dejan todo para vivir con él, con ella, unidos siempre, sin reservas, sin miedos.
CIEGOS POR DESAMOR
Quizá hoy las personas se han vuelto un poco ciegos, no porque aman demasiado, sino precisamente porque han dejado de amar.
Es necesario recuperar una vista que haga descubrir mil tesoros escondidos en esa persona que esta a mi lado y que parece tan molesto o tan herido.
A ese que, bajo su imagen pobre o su carácter díscolo, esconde un corazón muy rico que empezará a brillar si con amor es descubierto, visto, y empieza también él a mirar a quien le trata con afecto.
Recuperar la vista y voltear al cielo a agradecer a Aquel que a veces parece un poco ciego, pero que en realidades el que mejor ve, el que más conoce lo que hay allí, dentro, en lo más profundo de cada uno de los seres humanos.
* El autor es Doctor en Filosofía con estudios humanísticos y especialización en bioética. Correo electrónico: dffac@axtel.net