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Columna

La porciúncula

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

    Reconocida como patrimonio cultural de la humanidad y un enclave de la piedad católica, lugar de donde surgió un renacer de renovada visión de los principios desde una radicalidad del Evangelio al formar la primitiva comunidad de seguidores del Maestro Divino, la capilla llamada de la Porciúncula llego a convertirse en fuente de gracia llegan a ella, ostentando el título de cristianos.

    Francisco, el joven de Asís, había oído en la iglesia de san Damián una voz que le decía, “Francisco repara mi iglesia que se derrumba”, a lo que él contestó “de buena gana lo haré, Señor”, él optó por una radicalidad, respondiendo al dictado del llamado inscrito en la profundidad de su ser, sintiéndose portador de una misión proveniente de aquel llamado, invitándolo a seguir los pasos del Redentor Divino.

    Después de la primera experiencia, cuando contaba con convencidos seguidores de seguir su ejemplo, en una pequeña iglesia oculta en un bosque de robles, dedicada a la Santísima Virgen María, en la advocación de Santa María de los Ángeles, cuya ubicación era cercana a la Ciudad de Asís, Francisco tuvo la visión de Jesús y María.

    Aquella pequeña iglesia, ya existente desde siglos anteriores, en un pasado que se remonta a los primeros siglos del cristianismo, atribuyéndose su construcción a los eremitas, pasando en el Siglo 6 a la dependencia de San Benito y en el año 1212, el abad benedictino, de nombre Benito de Monte Subasio la entregó a San Francisco de Asís, quien se dedicó a su restauración, dado su avanzado estado de deterioro.

    Según una versión heredada de por la tradición, en esa capilla llamada de la Porciúncula, cuyo significado es el de, pequeña porción, lo cual Francisco consideraba como una pequeña porción del cielo en la tierra, una vez estando en oración tuvo la visión de Jesús y de su madre María y el santo aprovechó para solicitar a Jesús que se concediera la indulgencia plenaria a quienes visitaran el lugar, habiendo sido aceptada la solicitud, acudió al Papa Honorio III a fin de que diera la autorización eclesial.

    Ahí mismo se realizó la fundación de la Primera y Segunda Orden de los seguidores de Francisco, establecidos como la Orden de los Hermanos Menores y ahí mismo Santa Clara de Asís, quien tendría una notable participación en el movimiento, fundó la rama femenina, conocida como como las Hermanas Clarisas.

    El 2 de agosto de cada año se celebra la instauración de la indulgencia concedida a quienes visiten ese lugar con las disposiciones señaladas para tal efecto, es decir en estado de oración, recibir la gracia de la confesión y recibir la sagrada comunión.

    Posteriormente esta gracia se ha ido ampliando y así, en el año 1480 el Papa Sixto IV la extendió a todas las iglesia de la Primera de la Segunda Orden Franciscana y en 1622, el 4 de julio fue extendida la gracia a todos los creyentes que visiten a todas las iglesia señaladas, siempre y cuando cumplan con los requisitos prescritos.

    Sin duda el innovador mensaje de y ejemplo de Francisco, impactante en su tiempo y lo sigue siendo, continuará como fuente de bendición para todos los seguidores en su mensaje de buena voluntad en el amor a Dios.

    Francisco, el joven de Asís, había oído en la iglesia de san Damián una voz que le decía, “Francisco repara mi iglesia que se derrumba”, a lo que él contestó “de buena gana lo haré, Señor”, él optó por una radicalidad, respondiendo al dictado del llamado inscrito en la profundidad de su ser, sintiéndose portador de una misión proveniente de aquel llamado, invitándolo a seguir los pasos del Redentor Divino.
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