"'Los chichifos', entre la fiesta y el crimen"
CULIACÁN.-Al final quedó la tragedia, mientras la voz apasionada de Bola de Nieve cantaba algo sobre un amor que había visto llorar, en una fiesta desgraciada con dos cadáveres en el piso y un cumpleañero sangrante y patético: don Romo, el homosexual, que había amanecido feliz colgando banderines coloridos al ritmo de Juan Gabriel, sin saber que por su puerta entrarían no los tres prostituidos chicos de sus deseos, sino en todo caso los mismos jóvenes pero como sombras acechantes, cegadas de ambición, lujuriosas y violentas.
La historia de un adulto de evidente preferencia gay, disfrazado de alegría pero al centro de una soledad de incomprensión social que irremediablemente concluyó en crimen, fue la temática fundamental de la obra Los Chichifos, de Ramón Perea, llevada a escena por un grupo actoral de la Universidad de Occidente, al calor de las actividades del vigésimo Festival Internacional Universitario de la Cultura, bajo la dirección de Pedro Antonio Ramos.
Todo empezó en un amanecer con don Romo emocionado, locuaz y con encantos de estilo que hacían reír al público que el lunes 11 acudió al Teatro Universitario.
Adornaba de colores su apartamento, elegía música y se contoneaba gracioso en compañía de un vecinito, cuidadoso de todo detalle para que nada faltara en la fiesta que soñaba iluminada.
La soledad y la desavenencia de su entorno lo habían vuelto patético, desbordado y alucinante; y no pudo distinguir las orillas de su propia desgracia.
Y del borlote al deseo, y del deseo al desaforo. Entonces devino el robo con violencia perpetrado por sus propios invitados. Y se vio bañado en sangre, y de su puño salió la bala que mató a uno de los ladrones. En la confusión cayó otro cuerpo y al final reinó la tragedia.
Los Chichifos, como también se les conoce a los chicos que se prostituyen, fue una obra de entusiasmo juvenil con nóveles actores que se ganaron los aplausos del respetable. Los Chichifos, una trama inspirada en la cotidianeidad aterradora de muchos hombres semejantes a don Romo, igual como una vez lo hizo Óscar Liera, con su obra Las Dulces Compañías.
