"Los excesos de Mario González Suárez"
Ariel Noriega
MAZATLÁN._ Generoso, anclado en lo que llama "su patria", y feliz por el éxito de su libro más mazatleco, el escritor Mario González Suárez presentó, en el Centro Histórico, A webo, padrino.
Renacido, gracias a los excesos de la explosión oral de su nueva novela, el escritor más enamorado de Mazatlán se desparramó en un equipal y celebró un aniversario más de La Casa del Caracol, destramando los secretos de su libro.
"La fórmula para el uso del lenguaje de A webo, padrino es el exceso con moderación. Saber vivir la vida tiene que ver con el exceso. Olvídense de todo lo que llama a la moderación, la vida es exceso, pero el exceso lleva naturalmente a la muerte".
Y eso es su novela, un derroche de palabras, de acciones, de muerte y destrucción, del arrebato de la vida de un taxista mazatleco por su propio destino, un vendaval huracanado que lo levantará de las calles del puerto y lo llevará a la sierra sinaloense.
Presentado por Ana Belén López, Carmelita Ruiz de Fuentevilla y Juan José Rodríguez, el escritor capitalino enfrentó cada una de las preguntas con harto cinismo y una cuota de humor, capturando el interés de sus lectores mazatlecos.
"Yo quise rescatar esa oralidad de nuestra lengua, que la fuerza de lo oral se convierta en una fuerza literaria?, no decimos güey, decimos wey, hay un deslizamiento de la lengua", explicó.
El nuevo esfuerzo del autor de Marcianos leninistas, De la infancia, Nostalgia de la luz y Paisaje del Limbo, entre otros, es el primero ambientado en el puerto, el lugar donde siempre ha deseado vivir González Suárez.
"Yo tengo muchos años viniendo a Mazatlán y no vengo sólo a las altas esferas, con Laura Medina?, también voy a otros lugares (cantinas), donde lo que decía la gente me iluminó de lo que pasaba aquí".
Su historia, además de cuestionar la capacidad del destino para dirigir nuestras vidas, muestra cómo las autoridades que luchan contra el narcotráfico en el discurso, son sus primeros socios.
"Uno no puede ser ingenuo, el mundo no está dividido por buenos y malos, conviven los buenos y los malos en un ejercicio de la realidad que no puede ser de otra manera".
Con la edición prácticamente agotada, González Suárez reconoció que cuando se planteó la necesidad de escribir una historia basada en Mazatlán, con el narcotráfico de fondo, pensó en hacer una novela que todo mundo pudiera entender, una novela para "la perrada".