Los recuerdos
son los que nos salvan del olvido.
Los grillos rompen el silencio
y el aire corre en sentido diferente
para llevarse la penumbra de las nubes
y encerrarla en el sueño azul del cielo.
La luna se barre
por el filo de la mente
y las agazapadas sombras
con gestos de sorpresa
evaporan el presente momento
para regresar al pasado.
Cincuenta años atrás, otra historia,
sueños despiertos que al levantarnos
nos golpean la cara sin medida
porque somos
como una madeja de brazos de pino
tirada en la nieve .
Tiempo de vela
esperando de nuevo,
un amanecer invernal.