"Maritza Cisneros promueve su pasión por el contrabajo a través de una serie de conciertos"
La contrabajista mazatleca Maritza Cisneros fue integrante de la Rondalla del Colegio Remington, tocaba la guitarra, fue un grupo que le permitió vivir su inquietud por conocer y expresarse con la música.
"Empecé tocando guitarra en la Rondalla del Colegio Remington, con el maestro Ángel Leobardo González, nuestro instructor; él tenía un tololoche, pero no había quién lo tocara y me lo asignó, no me gustaba, me molestaba, era un instrumento muy grande, no tenía nada qué ver con lo que yo quería hacer", recordó.
"Finalmente lo deje y seguí con la guitarra, tiempo después me enfoque al bajo eléctrico, entré a la Escuela Municipal de Música, quería aprender flauta o piano, pero me interesaba estar en la orquesta de jazz. Me mandaron a un ensayo de la orquesta sinfónica juvenil para que hablara con el maestro de esa agrupación".
Mientras esperaba, Maritza se sentó a un lado de la sección de contrabajos. La orquesta estaba tocando el 'Vals Alejandra'.
"Empecé a escuchar los contrabajos que quedaban a un lado de mí. Me agradó el sonido. Cuando acabó el concierto ya sabía que quería tocar ese instrumento".
Maritza Cisneros dice que el tololoche, aunque es un instrumento que se desarrolló a partir del contrabajo, tiene diferencias muy claras con el que le dio origen: tiene una caja más pequeña, el puente es diferente, y las cuerdas son de nylon, no de metal, se toca pulsando las cuerdas, no se puede usar el arco.
Reveló que el contrabajo lo trajeron los alemanes a México y en la península de Yucatán lo adaptaron para tocar la música popular de esa región, como el danzón, y le llamaron tololoche, que es una palabra de origen maya.
"Es un instrumento muy versátil, muchos lo consideran de acompañamiento. La mayoría de las piezas que se toca como solista de contrabajo fueron escritas originalmente para chelo. Si no existiera el contrabajo se sentiría que al sonido le falta sustento, es un instrumento muy grave, la mayoría de los contrabajistas tienen oído absoluto, porque es difícil afinarlo por sus sonidos tan bajos. A partir de las orquestaciones de las obras de Beethoven, a principios del Siglo 19, adquirió importancia el contrabajo".
Cisneros asegura que en Mazatlán ya existe un público que le gusta asistir a los conciertos de música culta.
"Esto es gracias a la promoción y a la formación de alumnos que se realiza en la Escuela de Música del Centro Municipal de Artes desde hace más de 20 años. La gente ya sabe lo que es un concierto de cámara, disfruta de los que ofrece la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, pero todavía le falta familiarizarse con los conciertos de solistas. Posiblemente hayan tenido contacto con los de piano o de violín, que son los más comunes", mencionó.
"Todavía falta introducirlos a conciertos de instrumentos solistas como el contrabajo, el corno, el fagot, la trompeta, que es poco común que se ofrezcan en Mazatlán. Mi compromiso es ofrecer más de seis conciertos de contrabajo. Los estoy preparando para que la gente tenga más información del instrumento, la intención que imprimieron los autores de las obras que voy a tocar, en qué momento hay que poner mas atención".
Declaró que su amor por el contrabajo nace de su sonido grave y porque puede sonar como un violín, si se toca en sus partes más agudas; o como una flauta, a la hora de tocar armónicos.
Maritza Cisneros Ramos
* Durante nueve años estudió en el Centro Municipal de Artes.
* Actualmente estudia la Licenciatura en Música, con especialidad en contrabajo, en la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana en Jalapa.
* Ganó la Beca Foeca 2011 para desarrollo artístico individual .
*Su propuesta es realizar una serie de conciertos didácticos en universidades y preparatorias.