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"Muestra de Teatro"

"Mujeres al borde del precipicio"

"Presentan la "Trilogía de la mujer" en la Casa Haas"
14/11/2015 07:51

    MAZATLÁN._ Dos momentos teatrales de la Muestra de Teatro simbolizaron el acuerdo de los grupos escénicos de la ciudad de limar asperezas y colaborar para lograr que el público mazatleco sea parte activa del movimiento teatral del puerto. La celebración se inauguró con La trilogía del hombre, que reunió en un mismo escenario a miembros de diferentes grupos de teatro; el sábado, tocó el turno a La trilogía de la mujer.
    Tres historias cortas de damas se presentaron en diferentes estancias de la Casa Haas.
    La trilogía de la mujer estuvo conformada por dos monólogos: Niña, en la que una psicópata (Rocío Tisnado) revela a través de recuerdos de su niñez, las raíces de su patología frente al cadáver de su última víctima, y Sea por dios y que venga más, en la que Ángela Camacho interpreta a una mujer que justifica de una manera hilarante y trágica el maltrato del hombre que la acaba de abandonar.
    También se presentó Cet Enfant, que fue interpretado por las actrices del grupo Forum: Anahí Juárez, Eva Audelo y el actor del Taller de Teatro del CMA, Andrés Tirado, que mostraron una desconcertante historia de una mujer que pierde a su hijo.
    Como parte de los experimentos escénicos que realizaron el investigador de arte dramático brasileño Amílcar Borges y Javier Díaz, en el festival internacional de teatro Escena Mazatlán, los teatreros trabajaron con el texto Niña, de una de las glorias de la dramaturgia alemana, Heiner Muller. La actriz mazatleca Rocío Tisnado da vida a una mujer con desajustes en su química cerebral, que la hacen insensible al dolor de los seres vivos y le permite asesinar a sangre fría.
    Con una instalación de pedazos de cuerpos de muñecas de plástico colgados del techo e invadiendo el espacio en donde desarrolla su monólogo, la actriz crea una metáfora estética del discurso de la mujer que recuerda los momentos de su infancia y adolescencia, que son las pistas para definir su enfermedad.
    En una bodega oculta de la Casa Haas se instaló de pie el público, el estrecho espacio contribuyó para crear el ambiente de incómodo suspenso que define a la obra, en la que una madre de un barrio es llevada a la jefatura de policía para reconocer el cuerpo de un niño, que puede ser su hijo. Pide a una vecina que la acompañe, la madre pasa de la desesperación a la sorpresa y de la loca alegría de descubrir que no es su hijo al remordimiento de dar a conocer a su amiga que es el de ella.
    El peso del impacto de la última obra cae en la responsabilidad del desarrollo actoral de Ángela Camacho, una actriz que asume el papel de una mujer que va dando a conocer con la narración de su historia las razones por las que la dejó su hombre y el público descubre su la falta total de autoestima.
    Permite que su esposo Apolonio le presente a su amante, le de a conocer que la pasea y la lleva a bailar, sufre la puñalada en el vientre de la infidelidad, se retuerce de dolor y de coraje, pero justifica continuamente el actuar de su esposo, cae en el alcoholismo y llega al extremo de entregar su cuerpo a otro hombre para conseguir una botella de alcohol.
    La preparación profesional de Ángela Camacho posibilita que ante el absurdo de la tragedia, construida por la falta de autoestima de la mujer, los espectadores suelten la carcajada y se rían de las cursis y depresivas canciones populares de desamor que son evidenciadas como himnos a la baja autoestima.