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Columna

Navidad y vida

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA
23/12/2025 18:52

    Con un brillo intenso, en la profunda oscuridad del universo, nuestro planeta alcanza un singular resplandor haciéndolo diferente en su poblado entorno. Así es observado y descrito por quienes han navegado por el etéreo lecho del espacio sideral.

    El planeta azul, nombre con el cual se ha dado por llamar a nuestro mundo al estar envuelto con la liquida piel de los océanos, el vital elemento, considerado indispensable para el establecimiento de cualquier forma de vida.

    Cual extraordinaria isla en la inmensidad del cosmos, nuestro mundo es el lugar privilegiado en donde se genera la vida, en una infinidad de manifestaciones de una prolífera fecundidad, hasta superar el mismo impulso devastador, que de paradójica manera acompaña a los seres vivos.

    Como curva tendida en la imaginaria longitud del tiempo, el Padre Teilhard de Chardin contempla el avance del proceso de la vida, cuya máxima manifestación se alcanza en el ser humano, a quien, según la expresión del apóstol de las gentes, le corresponde la plena manifestación, para así abatir el expectante gemido de todos los seres que conforman este mundo material.

    Dios mismo se revistió de la carne mortal, para incorporarse a nuestro mundo material y compartir nuestro devenir, adoptar nuestra variada experiencia y retomar el curso iniciado, cuando su Palabra resonante construyo el micro y el macrocosmos, plasmando, con admirables pinceladas, un entorno que no deja de asombrar.

    La humilde cueva de Belén protagoniza el extraordinario momento del encuentro del Creador con la criatura, del Viviente con el vivificado, Dios mismo se rebaja a si mismo, hasta hacerse semejante a los hombres, para poder conducirlos a su plena manifestación.

    La vida, impronta animadora de la materia, desde su mas sencillo inició, hasta escalar las mas complejas manifestaciones, es el principio, misterioso para inteligencia del hombre, de una participación con el mismo Ser Divino; “En El estaba la Vida y la Vida es la luz de los hombres”, ¡Jesús vida del mundo es encarnado en el mundo de la vida!

    La contemplación del portal de Belén nos trae una mirada introspectiva de la paradójica grandeza de los seres humanos; llenos de limitaciones e inclinado, muchas veces, hacia la miseria, pero a pesar de ello, “coronados de gloria y dignidad”.

    Extraordinaria grandeza de la sencillez y la humildad no es la vanidad del ruidoso oropel y la ostentación, lo que hace grande al hombre, sino la confrontación consigo mismo para abrirse a la relación estrecha y comprometida con Dios.

    Cada uno de los personajes de Belén nos descubre una rica y grandiosa realidad, ¡Encarnémoslos en nuestras vidas!

    ¡Feliz Navidad, Jesús nazca en cada uno de nosotros!