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"Música"

"Óscar Corral, músico sin fronteras"

"El contrabajista Óscar Corral siente un fuerte compromiso al tocar en su tierra"
06/11/2015 09:57

    Unos días antes de tomar la decisión de estudiar contrabajo y dedicarse a la música, dos ideas rondaban el pensamiento de Óscar Corral: que no tocaría profesionalmente y que lo más viable era aprender teoría y dar clases.
    Corría el año 1996 y el panorama en Culiacán no era muy alentador para él. Menos aún en Guamúchil, su ciudad natal.
    Pero la música lo llamó, partió y cuando volvió del Conservatorio de Las Rosas, de Morelia, ya había nacido la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, de la que hoy es el único integrante sinaloense.
    "Estoy aquí porque tengo el nivel, pero eso no significa que en Sinaloa no haya músicos, muchos están en otros lugares", advierte el contrabajista de 33 años.
    Tocaba guitarra y bajo eléctrico en su adolescencia, le gustaba el folclor y aunque veía difícil desarrollarse porque se formó a "tardía edad", la oportunidad surgió en 2004, cuando la orquesta creció y abrió sus puertas.
    "Estoy encantado y cada día sigo estudiando y aprendiendo. Ningún día dejo de estudiar porque sé que tengo un compromiso de mantener un buen nivel".

    La búsqueda
    Su primer acercamiento con el arte fue en su adolescencia y a través de la danza. Bailaba folclor en Guamúchil y durante los veranos acudía a talleres que se impartían en Chihuahua.
    Ahí aprendió a apreciar la cultura de los pueblos, sus tradiciones y se volvió un estudioso de todo lo que girara alrededor del folclor mexicano: su danza, música, vestimenta y las costumbres de los pueblos. Sin embargo, lo llenaba la música.
    "Valoro mucho la música mexicana y me gusta mucho el folclor, trato de investigar las influencias de cada región del país, por qué aquí tocan instrumentos de metal, en San Luis Potosí de cuerda, en Chiapas la marimba... la música es lo mío y nunca pensé en otra carrera", asegura.
    Sus padres, Eladio Corral y Bertha Gutiérrez, quienes trabajan la tierra y han dado a sus seis hijos otras carreras, a Óscar -el segundo- lo apoyaron en la música.
    Y así comenzó la búsqueda de un lugar, de su propio sonido, como él dice, con la única claridad de que tenía que buscar en las notas graves.
    "Lo primero era descubrir mi propio sonido, uno debe tener su instrumento para descubrirlo, que nada más tú suenes así".
    Impulsado por el enorme deseo de aprender, partió a Culiacán y se incorporó a la Escuela de Música de la UAS, donde estudió guitarra y bajo eléctrico.
    "No sabía qué iba a pasar, si iba a tocar jazz, grupero o en sinfónica... por mi edad, pensé que lo más probable era aprender teoría y dar clases", explica.
    En 1996, a los 20 años, decidió entrar al Conservatorio de las Rosas, etapa en la que fue fundamental la contrabajista Zoia Kamisheva, quien compartió con él todas las posibilidades del contrabajo.

    El aprendizaje
    Se sentía grande para empezar a formarse y cuando entró al conservatorio, quería devorarse al mundo. Tanto era su empeño, que Kamisheva, quien daba clases en el conservatorio nacional y dos veces por semana en Morelia, le enseñó que el contrabajo era más que el instrumento más grande y majestuoso de la orquesta.
    "Tocarlo fue más difícil de lo que pensé porque es muy grande y muy difícil sacarle un buen sonido. Para mantener estable la oscilación de la cuerda, se requiere de trabajo físico y ser exigente", señala.
    Cargar con su instrumento es un "sufrimiento" que tienen en común todos los contrabajistas, dice, porque no sólo ocupa mucho espacio en la casa y en el coche, sino en la "cabeza".
    Por eso dedicó horas para aprender de la maestra Kamisheva, quien a diferencia de sus otros alumnos, con él las clases fueron más didácticas.
    "Mi maestra me enseñó a encontrar la técnica, a buscarla, yo creo que por mi edad. El maestro sabe que pronto te vas a ir porque eres grande y tuvo razón, ni siquiera terminé la carrera, me tuve que ir a buscar trabajo", recuerda.
    Por ese tiempo, Óscar se había casado, tenía un hijo y era preciso buscar espacios de desarrollo y ganar dinero.

    El regreso
    Mientras era estudiante colaboraba con el conservatorio en tocadas populares y participaba en grupos de salsa y trova. Con esto, además de ayudarse, alimentaba su gusto por la música popular.
    Luego de ocho años de estudio, participó durante una temporada en la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes y regresó a Sinaloa, que para entonces había creado su orquesta y le abrió sus puertas como músico extra.
    Uno de sus primeros conciertos fue con José Carreras, una experiencia para la que se preparó con el compromiso que le implicaba tocar para los sinaloenses.
    "Ahí ves los frutos de los años de estudio, al venir a tocar en tu tierra... A mí me emociona mucho cuando damos un concierto en Guamúchil y van mis padres. Me emociona tocarles porque fueron mi principal apoyo", dice.
    "Mi familia no tiene nada qué ver con la música, pero al verme tocar, lo mejor que reciben es la tranquilidad de que voy a vivir y trabajar en un ambiente sano".
    Y cuando está en el escenario, lo más importante para él es trasmitir al público emociones positivas, pues lo que sienten los espectadores es lo que los músicos reciben: agradecimiento, sensaciones de paz y fantasías.

    LOS GUSTOS  
    A Óscar Corral le gusta la música barroca, el latin jazz, la popular y la folclórica.