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Columna

Plinio, el joven

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA
08/11/2022 13:35

    Plinio el Joven, hijo adoptivo de Plinio el Viejo, este apodo les fue dado con el fin de distinguirlos, él heredo de este el gusto por las letras, dejándonos un valioso legado en sus escritos, aunque también incursiono de una manera notable en el mundo de la política.

    Su obra literaria consistió en una colección de cartas, de las cuales, desgraciadamente, solo se conserva una, llamada el Panegírico a Trajano, que en sí es un documento agradeciendo al emperador los favores recibidos y sobre todo su nombramiento como cónsul. Es un documento un tanto adulador, según se acostumbraba en esa época.

    Nació alrededor del año 61, en Como, en la península itálica, al perder a sus padres, siendo un niño, fue adoptado por su tío, quien le heredó su nombre y le dio una magnífica educación, teniendo como maestro a Quintiliano, quien era considerado un notable maestro en oratoria, durante el mandato del imperio regido por los emperadores Vespasiano, Tito y Domiciano, precisamente este último le había confiado la educación de sus propios hijos.

    Plinio, habiendo sido un brillante alumno dio inicio a su carrera como abogado a la edad de 19 años, empezando a adquirir renombre, ya bajo la protección del emperador Trajano. A la par de sus oficios en lo político, como senador tribuno, gobernador y cónsul, sobresale su obra literaria, consistente en una serie de cartas, coleccionadas en 9 libros, considerados como un valioso aporte de información sobre la vida de esa época.

    De estos escritos, por mencionar algunos, sobresalen el relato sobre la erupción del Vesubio y la consecuente destrucción de Pompeya, la cual describe como testigo ocular.

    Otro documento importante de mencionar, es su relación con los cristianos, el cual nos descubre el sentir de esa época, consiste en una carta dirigida al emperador Trajano, en donde hace mención de los juicios contra ellos, considerándolos como una secta con creencias muy arraigadas, las cuales eran consideradas como como una obstinación peligrosa para el Imperio romano.

    En cuanto al delito atribuido a ellos no hay ninguna mención concreta, al parecer todo se reducía al hecho de profesar las creencias del cristianismo, considerándolas como inicuas y reprobables.

    Plinio explica que cuando llegaban denuncias anónimas se les daba la oportunidad de declararse inocentes de profesar esta creencia, pero si insistían en ella eran ejecutados.

    El emperador le aconsejó que cuando llegaran denuncias anónimas las desechara, y solo le diera entrada a las que fueran concretas basadas en testimonios claros.

    Con todo, estas cartas son documentos valiosos sobre la visión que se tenía en aquella época sobre los cristianos desde la perspectiva de los paganos, y la preocupación del imperio por el crecimiento de esta religión.

    Plinio, el joven falleció alrededor del año 114 en Bitinia, en donde era gobernador, dejándonos en sus escritos una visión sobre el ambiente y el pensar de esos días.