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"Poesía para enamorar"

"Desde Bécquer a Neruda han provocado con sus textos el suspiro, la calma, el amor"
15/11/2015 06:35

    CULIACÁN.- Poesía para enamorar. Desde Gustavo Adolfo Bécquer a Pablo Neruda, pasando por Rubén Darío, Amado Nervo, Jaime Sabines, Antonio Machado, Federico García Lorca, Mario Benedetti han provocado con sus textos el suspiro, la calma, el amor. 

    El poder de la poesía en este tenor ha sido indiscutible desde la antigüedad. Difícilmente las palabras pueden pasar de largo sin dejar huella. La huella indeleble de la poesía. 

    Las voces de distintos poetas le han cantado al amor, al eterno, al que duele, a lo prohibido y al que provoca alegría.
    Y si queda algo de duda tomemos el Amor eterno del propio Bécquer; Podrá nublarse el sol eternamente; podrá secarse en un instante el mar; podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal. ¡Todo sucederá! Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón; pero jamás en mí podrá apagarse la llama de tu amor. 

    No muy distante están Los amorosos de Sabines; Los amorosos callan. El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable. Los amorosos buscan, los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan. 

    Su corazón les dice que nunca han de encontrar, no encuentran, buscan. Los amorosos andan como locos porque están solos, solos, solos, entregándose, dándose a cada rato, llorando porque no salvan al amor. 

    En su momento los textos poéticos se acompañaron de largas cartas para cortejar al ser amado, acción que la modernidad se ha llevado pero no del todo. 

    La poesía ha tomado nuevas formas para llegar al otro. Pequeñas frases suplen a los poemas de largo aliento. En tiempos recientes así lo ha demostrado Acción Poética, que desde las calles de las ciudades enamora a los transeúntes.

    Enamorar cada día
    Aun cuando la modernidad se ha llevado parte del romanticismo, el poeta Mijail Lamas considera que sí es posible enamorar con poesía. 

    Eso se da de manera natural todos los días; las canciones son poesía popular y por medio de ella la gente todos los días no sólo se enamora, también sufre, se desenamora y se emborracha. 

    "Sí lo creo. La poesía tiene el poder de enamorar, ahí están los poemas de José Alfredo Jiménez que pasan por canciones rancheras, pero que son muchos de ellos grandes poemas", dijo. 

    El autor de El canto y la piedra piensa además en Después de todo, de Jaime Sabines; Amorosa raíz, de Alí Chumacero; Bellísima, de Eduardo Lizalde y en otros poemas del libro El manto y la corona, de Rubén Bonifaz Nuño.
    "Hay en la poesía mexicana muchos ejemplos de poesía que puede enamorar. Yo mismo he escrito un libro completo que se llama Fundación de la casa, que con un poco de suerte alguien recite para alguna enamorada". 

    Te propongo que hagamos del amor cosa sencilla.
    Pensemos que debe adquirir una abierta disposición a obedecer.
    Será necesario acariciarle el lomo,
    para que aprenda de sus dueños la suavidad del tacto.
    Dejémosle tranquilo andar por nuestra casa.
    Tengamos fe. Pero no olvidemos su condición de perro,
    siempre muerde la mano que lo alimenta.
    Él es quien nos cuida, quien guarda con esmero nuestra casa. Prisioneros de nuestra propia bestia, vivamos temerosos de abandonar su rabia.

    Despertar sensibilidad
    Más que enamorar, para Juan José Rodríguez la poesía puede despertar una sensibilidad ante la persona que comparte el poema.
    "Dicen que si vemos a una persona leyendo un libro que nos gusta, es que el libro nos está recomendando el lector para que sea nuestro amigo", señaló.
    "Yo creo que la mujer de ahora, aun la inmersa en el ideal romántico, no se enamoraría con tan solo unos versos: eso no impide que sepa reconocer una sensibilidad similar en el universo de la poesía".
    En la opinión del poeta Jesús Ramón Ibarra, hoy en día a pesar de la institucionalización mediática de la frivolidad, la sacralización del dinero fácil y el dominio de lo ostentoso, existe un sector sensible de mujeres a quienes no les es ajena la seducción de la poesía.

    La poca indiferencia
    "¿Acaso la poesía inspirada en la belleza femenina sea sospechosa?, esto es, muchos poetas quieren presumir sus versos para el ligue o la conquista inmediata argumentando su escritura al vapor", cuestionó el autor de Barcos para armar.
    La lectura en voz alta, matizando cada verso, de poemas como Amiga a la que amo y El manto y la corona, de Rubén Bonifaz Nuño; ¿Qué se ama, mi Dios, cuando se ama?, de Gonzalo Rojas o de Besos, de Tomás Segovia a ninguna dama sensible la dejará indiferente.
    Esto es así porque el poder de la poesía es indiscutible.

    POESÍA PARA ENAMORAR
    Amor eterno
    Gustavo Adolfo Bécquer
    Podrá nublarse el sol eternamente;
    Podrá secarse en un instante el mar;
    Podrá romperse el eje de la tierra
    Como un débil cristal.
    ¡Todo sucederá! Podrá la muerte
    Cubrirme con su fúnebre crespón;
    Pero jamás en mí podrá apagarse
    La llama de tu amor. 

    Soñé que tú me llevabas

    Antonio Machado

    Soñé que tú me llevabas
    por una blanca vereda,
    en medio del campo verde,
    hacia el azul de las sierras,
    hacia los montes azules,
    una mañana serena.

    Sentí tu mano en la mía,
    tu mano de compañera,
    tu voz de niña en mi oído
    como una campana nueva,
    como una campana virgen
    de un alba de primavera.
    ¡Eran tu voz y tu mano,
    en sueños, tan verdaderas!...
    Vive, esperanza ¡quién sabe
    lo que se traga la tierra! 


    Mía
    Rubén Darío

    Mía: así te llamas.
    ¿Qué más armonía?
    Mía: la luz del día;
    Mía: rosas, llamas.
    ¡Qué aromas derramas
    en el alma mía
    si sé que me amas,
    oh Mía!, ¡oh Mía!
    Tu sexo fundiste
    con mi sexo fuerte,
    fundiendo dos bronces.
    Yo, triste; tú triste...
    ¿No has de ser, entonces,
    Mía hasta la muerte?