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"Portalito"

"Sufragio electivo, no educación."
06/11/2015

    José Refugio Haro

    Esta ciudad es muy linda para vivir en ella. Todavía tiene el encanto de la provincia mexicana, algún nivel moderno en sus servicios y el problema de la violencia todavía parece estar en otra parte.
    Quizá lo único que le falte claramente es la elección de mejores gobiernos, que los que han sido hasta ahora se han caracterizado en su aplastante mayoría por ser servidores y a veces socios de quienes siempre han ganado aquí con las oportunidades.
    La estructura educativa es satisfactoria. En el nivel básico se da el caso de planteles que incluso no completan el estudiantado necesario que los justifique.
    Existen universidades públicas y el Tecnológico de Los Mochis, además de algunas empresas que pretenden ser universidades más allá de autonombrarse como tales y de ganarse cierto nombre siempre con base en la publicidad, más que en la excelencia educativa.
    El preámbulo, sin embargo, es para situar un problema del país en una probeta de ensayo.
    El problema indiscutible de aquí es el de la calidad de los docentes, pero eso es un problema de todo México, y así lo hace ver el descenso vertiginoso de nuestro país en los escalafones mundiales por materias, siendo las matemáticas, la química, la física y el español los renglones en donde es más pronunciada la deficiencia.
    Frecuentemente los problemas electorales, los del nivel político de los gobernantes y la economía, confluyen en uno solo: el de la educación.
    Por eso no se sabe si los niveles de calidad de la educación se deben a una consecuencia del defecto de capacidad de los gobernantes para comprender el problema y buscarle solución, o si es el efecto de una intencionalidad que busca conservar el estado de cosas inalterable y por lo tanto favorable a los que así les ha ido muy bien en el país. O sea a la gente del poder y en el poder.
    El sistema de partidos, por más que se hayan legislado y establecido los mecanismos para obligar a la democracia al interior de esos organismos, sigue presentándose como un obstáculo al ejercicio pleno de la democracia en México. Es por ello que los mejores hombres para gobernar no llegan ni siquiera a ser candidatos.
    En cambio los ciudadanos sin perspectiva de los cambios que necesita la nación, pero que tienen a su favor el ser funcionales para el estado de desigualdades que priva, ésos sí son elegibles por los partidos y sus burocracias minoritarias. Ni de chiste se elige a quien tiene educación y luces como para juzgar el momento que vive México, su pasado y su porvenir. Al contrario, ésos son proscritos.
    La guerra futura civil de México deberá ser, pues, por la educación.

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