"Realizarán Procesión del Silencio"
CULIACÁN._ Esta será la octava ocasión en la que los pobladores de San Ignacio sean parte de la Procesión del Silencio, un evento religioso que ha logrado permear en el municipio y que cada año recibe a más visitantes.
La actividad que se realizará el Viernes Santo, a las 19:00 horas, es una representación de la que anualmente se realiza en Sevilla, España.
Promovida para su desarrollo por Vicky Vega Padilla, Rosa María Peraza, Alicia Montaño y Miguel Tamayo, se trata de una procesión que recorre las principales calles del municipio.
Los participantes, hombres y mujeres, explicó Montaño que se visten de negro y cubren el rostro con mantillas; los niños de blanco. Cada quien porta una vela y acompañan a las imágenes religiosas que se colocan en estructuras.
En todo momento prevalece el silencio. Sólo se escuchan las saetas, cantos religiosos que expresan dolor y el sonar de los tambores de las bandas de guerra.
La tradición
Vega Padilla agregó que poco a poco la Procesión del Silencio se convierte en una tradición. El año pasado participaron 300 personas, a quienes se les presta el vestuario, que con antelación realizan.
"Creemos que esta ocasión irá más gente, compramos más tela para hacer más ajuares para los nazarenos que ayudan a cargar a la santa", dijo.
"Por tradición, todos los que somos de San Ignacio recalamos en esta fecha en San Ignacio, pero cada año se ha sumado más gente que está muy motivada con esta actividad".
Además de la procesión, los habitantes de San Ignacio instalan altares en sus hogares y quienes tienes reproductor de discos ponen las saetas, que previamente se distribuyen entre los habitantes.
Peraza explicó que hasta el momento 40 matrimonios de Culiacán han confirmado que acudirán a la celebración.
UBICACIÓN
San Ignacio está ubicado en 180 kilómetros de Culiacán y a 100 de Mazatlán.
Procesión
Rosa María Peraza
En medio del silencio
avanza la procesión
con su historia milenaria
de dolor, de pasión y de amor.
El toque del tambor se impone
sobre los ríos de alcohol
que inundan el pueblo,
pero la presencia del Cristo
da la señal y el silencio
cae como un manto en la noche
mientras las saetas conmueven
con su canto doloroso.
Mientras los pasos resuenan
en los adoquines de las calles
del antiguo San Ignacio,
las mentes reflexionan y
las almas se aquietan
ante la Pasión ahí representada
y la luz de las velas pone
un acento trágico y espectral
en los mantos negros de las mujeres
que en medio de los nazarenos
caminan durante tres horas,
mientras la Vírgen de la Soledad
inmersa en su dolor,
como un bello árbol
de cuya fronda se desprenden
cientos de lágrimas,
inmensa en su dolor
enseña a la humanidad
la fuerza y dignidad de una madre.