|
EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

Santa Inés

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

    Un ejemplo de fortaleza y determinación, más allá de las solas fuerzas humanas, lo encontramos en santa Inés, una joven, aún adolescente, de principios del Siglo IV, la cual con un vigor aunado a una fortaleza a toda prueba, algo sorprendente en su tierna edad, fue capaz de soportar la crueldad de las amenazas y el tormento.

    En el año 303, según nos narra san Ambrosio, Diocleciano uno de los emperadores llamados monstruos por la su saña y crueldad para con los cristianos, lanzo uno de sus primeros edictos para perseguirlos, la adolescente Inés contaba entonces con solo alrededor de trece años.

    Por su belleza física y por la riqueza del su patrimonio familiar Inés era pretendida por los jóvenes de la nobleza romana a quienes manifestó su intención de consagrarse solo al servicio de Dios. Los jóvenes, heridos en su amor propio al sentirse rechazados, se lanzaron en contra de ella, denunciándola ante las autoridades por ser cristiana.

    En un principio el juez, encargado de la ejecución, trato de ser benévolo con ella buscando salvarla de los tormentos, por medio de persuasivas palabras y de atractivas promesas, pero Inés daba muestras de una sorprendente firmeza desechándolas y manteniendo una inquebrantable determinación.

    No pudiendo convencerla de esa manera y todavía con la esperanza de rescatarla del suplicio, dio paso a mostrarle los aparatos de tortura con los cuales ejecutaban a los sentenciados, tales como ganchos de hierro, hogueras encendidas, el llamado potro que servía para descuartizar y otros instrumentos ante los cuales ella sorprendentemente se mantuvo firme en su actitud y resolución.

    Desesperado el gobernador, ante el fracaso de sus intentos amenazo a la joven con enviarla a un prostíbulo para que abusaran de ella, ante lo cual ella expreso su absoluta confianza en ser protegida por Dios, ante lo cual, enfurecido el gobernador, la envío a un burdel, dando permiso a todos los jóvenes de abusar de ella con entera libertad.

    El primero de los jóvenes, en atreverse a acercarse a ella, fue atacado por repentino rayo, dejándolo ciego, Inés oro por el devolviéndole la vista, ningún otro joven intento ya acercarse a ella.

    San Ambrosio, que es quien nos relata estos hechos, dice que el gobernador, enfurecido, la condeno a ser decapitada. El verdugo temblaba, mientras ella permanecía serena, finalmente al consumarse el sacrificio, todos palidecían ante le ignominioso espectáculo, guardando silencio y llorando a la vez ante el ejemplo de valentía y decisión mostrado por aquella joven, todavía niña.

    Santa Inés nos ha dejado un ejemplo de fortaleza ante los embates de la crueldad humana, es un símbolo de la fuerza de la fe, ante quienes amenazan con destruirla, de una fortaleza no procedente de la humana naturaleza, puesto que solo era una niña, es el poder de Dios en quienes han decidido serle fieles y poner toda su confianza solo en Él.