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Columna

Scooby-Doo, ¿a dónde te fuiste? (Hablemos de cultura popular)

EL OCTAVO DÍA
05/02/2023 10:23

    No soy enemigo de que se actualicen las caricaturas o personajes del mundo de la fantasía.

    La fantasía, en la cultura popular, debe ser un recurso renovable, permanente.

    De no haber sido así, el Batimóvil de Batman hoy sería un vehículo, alargado y pequeño parecido a un Ford modelo T, en color rojo... y no esa fantasiosa máquina acorazada que Bruce Wayne mueve a veces con un control remoto desde la comodidad de la baticueva.

    Aunque para mi generación analógica, en nuestro imaginario colectivo, recordamos más el batimóvil con el diseño del aparatoso Lincoln Futura de la serie de televisión de acción en vivo protagonizada por Adam West.

    Era una serie de 1966... que usaba un auto futurista diseñado en 1954.

    Pero a veces sentimos que ese universo nos pertenece y no nos gusta que lo cambien. Una cosa es que lo cambien y otra cosa es que lo alteren.

    Alguna vez, con mi hijo enfermo, vi el estreno de las nuevas Pato Aventuras. Aclaro que estaba enfermo porque de otra forma no tolera el canal de Disney, universo que en mi infancia, con una sola cita semanal en un solo programa los martes, mantenía vivo el espíritu en una generación muy desatendida.

    Ahora Donald usa un iPhone (¡con todo y cargador!) y para llegar a la casa del tío Rico McPato utiliza un navegador satelital.

    Los sobrinos se han actualizado y son más traviesos, uno de ellos es malo e ingenioso. Ya no se llaman Hugo, Paco y Luis; sus nombres anglosajones hoy campean sin traducción.

    La igualdad de género está llegando poco a poco con la aparición de Rosita, la hija del ama de llaves de McPato que actúa como la cuarta prima. El tío Rico fue de joven hombre de acción y en lo que fue la mitad del episodio, vimos a un fantasma y a un dragón. La realidad, que para algunos de ustedes es la irrealidad.

    No es ocioso que mencione al pato Donald. Soy comunicólogo y en la carrera nos enseñaron cómo a través de ese personaje se han extendido los valores del imperialismo norteamericano.

    Pero el misterio a la orden es un desorden más de fondo.

    ¿Ya vieron “Velma”, la versión moderna de Scoobie Doo? Está disponible en HBO bajo demanda y se estrenó el pasado enero.

    Velma, la chica genio que resolvía los misterios, se ha actualizado a la desquiciada actualidad que vivimos.

    Ahora ella mantiene una enfermiza obsesión con Daphne, la otra guapa protagonista que jamás hablaba, que a su vez hoy vende drogas en la prepa y es hija adoptada de dos mujeres policías que viven en pareja.

    Ah, y Velma es afroamericana o de pueblo originario, nunca me quedó claro, mientras que Shaggy hoy es un mulato y aún no se llama así, solo Norville. Fred es un junior típico digno de Beverly Hills del que ya no daré spoiler.

    La serie se centra en Velma quien encuentra el cuerpo de una de las amigas de Daphne, y Velma, al hacerles una broma en las regaderas sobre asesinarla, es culpada por el asesinato y hace lo posible para resolver el misterio del asesino, todo esto incluyendo sátira, alteraciones y un “humor adulto” más ácido que hace ver los Simpson como los Picapiedra.

    De momento Scooby-Doo no aparece. Al parecer, tendrá un origen siniestro de algún experimento de esas agencias de investigación que luchan para defender el mundo bajo la bandera de la paranoia estadounidense.

    ¿Hacia dónde vamos? Mi hijo se la pasó muerto de la risa el domingo, creyendo que la serie era una sátira cruel y no una puesta al día de un fenómeno de los 70: una serie que nos enseñó a los niños de entonces a buscar dibujos animados con trama inteligente.

    A lo mejor la mordacidad de los nuevos niños los salve de los complejos de nosotros los hoy adultos.