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"Semblanza al vuelo"

"Martín Amaral Ibarra"
09/11/2015 13:04

    Escribo estas líneas obedeciendo a una necesidad casi fisiológica de sacar de mi cuerpo un puñado de ideas, recuerdos, sensaciones y rabias que me han acompañado desde que supe de la partida de este mundo de Martín Amaral Ibarra, acontecida el miércoles 5 de octubre, alrededor de las 7:00 de la mañana.
    Los primeros recuerdos que tengo de Martín están relacionados con algunos eventos culturales esporádicos en Culiacán donde coincidimos, yo como aficionado o fisgón y él como organizador o promotor. Luego la vida y mis intereses me llevaron fuera de México por muchos años y no supe más de Martín, hasta que un día recibí un correo circular que envió a un círculo amplio de personas.
    Me encontraba en Hamburgo, Alemania, en medio de mis estudios doctorales. Era un carta donde exponía los efectos devastadores de una enfermedad poco conocida que lo aquejaba: esclerosis lateral amiotrófica, la que va destruyendo las funciones corporales pero deja intacto el cerebro, la que, según estadísticas, ataca a una de cada 100 mil personas. Recuerdo que Martín renegaba de su situación, maldecía su estado y compartía su dolor y rabia ante los deterioros físicos que iba registrando día a día.
    Después siguieron para mí otros años de investigación y docencia en el extranjero, principalmente en Alemania y Costa Rica, pero cada año venía de vacaciones a Culiacán y con frecuencia me topaba con Martín, por lo general acompañado de Vicente.
    Asiduos los tres a los cafés y los cafetines de la ciudad, nos cruzábamos e intercambiábamos algunas palabras. Primero lo vi con muletas o bastones, luego en su silla especial. A mi retorno (probablemente) definitivo a Culiacán vuelvo a encontrar a los hermanos Amaral. Me comunico con Martín con auxilio de Vicente, pues ya no puede conversar. Le pido su libro Práctica de vuelo y yo le ofrezco uno de los míos. Él me obsequia el suyo y yo nunca podré cumplirle la promesa de obsequiarle el mío.
    En las últimas semanas, en medio de mis lecturas urgentes y "obligatorias" logro hacerme espacios nocturnos para leer el libro de Martín y confirmar la imagen que siempre tuve de él: un hombre lúcido, valiente, observador y crítico perspicaz de la sociedad sinaloense y su cultura; un intelectual capaz de análisis serenos y de arengas arrebatadas; un soñador impenitente y un realista cabal; un apasionado de la vida y de las mejores creaciones del ser humano.
    En su Práctica de vuelo descubro no a un practicante sino a un consumado aviador, alguien que sabe remontarse a las alturas del pensamiento pero también aterrizar con maestría en cuestiones muy cotidianas, un maestro que en ciertos giros y expresiones se le desbordan sus lecturas de Borges, Paz, Arreola, Galeano, Pacheco, Poniatowska, Fuentes, Vargas Llosa, García Márquez.
    En este libro que me obsequió estampó una de las frases últimas que pudo escribir de su puño y letra: "Aunque mi cuerpo desmaye, la razón sigue intacta y mis afectos creciendo… te abraza (firma)". Yo les respondo ahora: ¡Gracias, Martín, tu cuerpo desfalleció, pero tu razón intacta nos seguirá haciendo más razonables y tus afectos afectándonos siempre positivamente!
    Pensando en publicar estas notas, comenté en la funeraria a Vicente mi intención y le solicité su anuencia, la que me fue concedida. Su generosidad fue más allá y me concedió una entrevista, compartiéndome datos muy personales de Martín y la familia, los que ahora me hacen dimensionar mejor su persona.
    Supe de su lucha cotidiana contra su enfermedad, la que lo llevó a búsquedas persistentes de mejoras o paliativos, hasta visitar a especialistas en Uruguay, uso de medicina alternativa en Nayarit, recurrir a la fe religiosa y otras muchas formas de resistencia y lucha. Vicente me habló de la familia, de su solidaria y valiente esposa Luz María Chombo y de su inteligente hija Mariajosé, estudiante de Filosofía y Letras y que ya incursiona en el ámbito del periodismo cultural, siguiendo las huellas de su papá. Me habló de la solidaridad y amor de familiares, amistades e instituciones que apoyaron en muchos aspectos, de los cuales el económico no fue el más pequeño.
    También me habló Vicente del aparato que usaba Martín para escribir, el dynavox, un artefacto para "escribir con los ojos", descripción que aunque parezca metafórica es una precisa descripción de su función. Martín escribía con los ojos, pero teniendo también involucrada su lúcida mente, su corazón valiente, sus pasiones controladas y también las desbordadas, su imaginación poética y su rigor sociológico.
    No sin cierta malicia y con segura complicidad, me compartió Vicente que a Martín le gustaba ir a la plaza Forum y ser ubicado en un lugar estratégico de buena afluencia, donde podía admirar los atributos generosos de las damas culiacanenses que se posicionaran en su reducido campo visual (espero que Luz María le disculpe a Martín esta masculina debilidad y a Vicente y a mí la indiscreción de publicarla).
    Además me enteré de que envió a la editorial de la UAS el texto para otro libro, por lo cual hago votos de que pronto salga a la luz para poder seguir disfrutando condensadas en un libro las reflexiones, regañadas, quijotadas, exabruptos, observaciones, críticas, humoradas, destelladas y hasta las mentadas de madre de Martín Amaral Ibarra.
    Ahora sí, Martín, con tanta práctica seguro ya eres un volador experto. Vuela alto y lejos, Maestro, que somos muchos los aprendices de vuelo que seguiremos tomándote de ejemplo e inspiración y que no te dejaremos ir del todo. ¡Hasta siempre, Indestructible!


    MARTÍN AMARAL

    Nació en Culiacán.

    Sociólogo de profesión.

    Durante gran parte de su vida se dedicó a la promoción cultural.

    Desde hace 15 años publicaba en Noroeste su columna Vuelo Libre.

    Publicó el libro "Práctica de vuelo".