"'Ser lector, cuestión de vida o muerte': Felipe Garrido"
Leda Garrido
MAZATLÀN._ La vida personal y profesional de Felipe Garrido siempre gira en torno a las letras, más allá de la descripción elemental que Wikipedia hace de él catalogándolo como escritor, editor, traductor y académico mexicano.
Él, ante todo, es un lector que quiere abrir las puertas de una mejor vida a todas las personas, y lo ha hecho desde adentro del sistema, encabezando programas como Rincones de Lectura, hasta de manera personal, impartiendo conferencias y creando círculos de lectura para todas las edades y a lo largo de toda la República. Su postura es inamovible:
"Para una persona, no hay nada que le dé las mismas oportunidades de desarrollo que la lectura da. Entonces, la diferencia entre ser capaz de leer y escribir o no desde niño, suena un poco dramático, pero es una diferencia de vida o muerte", responde en persona y así lo transmite a través de sus libros en torno al tema.
Y cuando habla de saber leer y escribir no se refiere al puro hecho de la alfabetización, rango en el que México va muy avanzado, aclara.
"Una persona alfabetizada sabe leer y escribir y lo practica todos los días, porque trabaja, estudia, tiene la necesidad de escribir todos los días, pero no lee por el gusto de leer. Cuando lees por obligación, no eres un lector, eres una persona alfabetizada", determina.
"Padres y maestros acostumbran decir que es muy bonito que los niños lean, a mí eso me parece poco: los mejores alumnos son mejores lectores, los países donde se vive mejor son los países donde se lee más. Deberíamos ya saber, estar convencidos, de que leer es una necesidad de vida o muerte".
El maestro, de cerca
Felipe Garrido regresó a Mazatlán para impartir la Cátedra Inés Arredondo, auspiciada por El Colegio de Sinaloa. El tema a tratar, totalmente ligado a la literatura, responder a la pregunta ¿Qué es la poesía?
Encuentros como los vividos durante tres fines de semana de octubre y noviembre forman parte de lo que su familia y amigos llaman 'Las misiones de Felipe', en lo que a promoción de la lectura implica.
Su esposa, la promotora cultural y actriz Sonia Salum, lo acompañó en varios de esos días y siempre externó su admiración por el hombre con el que ha compartido 26 años de su vida.
"¡Trabaja tanto!, ya llegué vieja ya me voy vieja es lugar común, pero es así como persona. Es un hombre íntegro, lo que piensa lo dice y lo siente, lo que siente lo dice y lo piensa. Alguien me dijo ¿y dónde anda Felipe? Y luego otro literato que estaba por ahí respondió: 'Felipe anda en sus misiones'".
Y es que la labor de promover la lectura adopta innumerable formas en el hombre de letras.
"Sí es como un misionero, esa ha sido su vida, es el promotor de la lectura, es su forma de llevar un cambio. Y es tan sencillo lo que él propone, es una revolución social, una revolución educativa. Él dice: hay que leerles a los niños 15 minutos en la mañana", detalla, refiriéndose a uno de los varios programas creados por Felipe Garrido.
Los públicos del escritor nunca dejan de sorprender, desde niños de pueblos de Oaxaca, maestros, amas de casa, jóvenes rotarios, círculos de lectores de todos los niveles de experiencia, hasta policías traduciendo algunos capítulso de El Quijote a código policial. Nadie queda fuera de su don de maestro.
"En Guerrero, unos maestros vinieron de todo el país, iban de tierra caliente, eran como mil 300 maestros, el último día, iban a ir a cenar y a la fiesta, dije ¿pues qué va a decirles Felipe a estos maestros que ya lo único que quieren es irse? Iba a ser hora y media, fueron tres
cuando termina de hablar lo tocan, se toman fotografías, eso es lo que les da, motivos de vida".
"Para él, la gente no nada más tiene que leer, tiene que ser dueña de su palabra escrita, de la posibilidad de escribir su pensamiento".
El maestro y los niños
En medio de la sesión de la Cátedra Inés Arredondo, Felipe Garrido concertó dos encuentros con los integrantes del taller de literatura infantil que se realiza en el Museo de Arte, a cargo de la maestra María Muñiz. Ahí dejó clara su vocación de promotor de lectores.
Los niños, de entre 7 y 13 años, lo entrevistaron y sacaron a relucir información que no muchos conocen del autor:
Su género favorito para escribir son los cuentos, como lector es asiduo a la poesía y al cuento. El libro que más le gustó escribir fue el de cuentos para niños 'El coyote tonto'.
Ante la pregunta de quién fue su inspiración les respondió que los escritores convierten en cuento cualquier cosa.
"Yo voy a escribir un cuento sobre esta plática que estamos haciendo y se los mando para que vean, para que sepan que de aquí salió ese cuento", les prometió.
¿Qué libro lo hizo interesarse en su profesión?, no fueron libros sino historias, las que le contaban sus padres sobre los viajes de Colón, las minas de oro en Sudáfrica y de cómo es el mundo.
¿Desde qué edad hace libros? Libros como tales desde que tenía unos 25 años, pero ya escribía desde los 8 años. Su poeta favorito es Ramón López Velarde, pero hay muchos que lo maravillan. No cree ser un gran escritor, pero sí considera que el escritor se hace escribiendo y leyendo.
"Uno tiene que leer porque ahí es donde aprende uno cómo escribir, y luego uno tiene que escribir en periódicos, revistas, libros, y de pronto un día resulta que ya tienes escritos dos, tres libros", compartió.
Les recomendó leer El Principito, La Isla del Tesoro, Doctor Jekil y Mr Hyde, y El diablo en la botella; las obras de Emilio Carballido, especialmente David y Sputnik y El pizarrón encantado.
Las anécdotas sobre esos títulos hicieron reír por igual a este público exigente, con el que acordó una colaboración literaria para que lo ayudaran a escribir el que llamó su peor cuento, uno que nunca pudo escribir, La mosca perversa
Confesó que le gusta su trabajo porque le permite conocer a mucha gente, gente que está interesada en lo mismo que él, en leer, en escribir, en ver lo que hacen los demás.
Su consejo final: no simular nunca.
"Si vamos a estudiar, vamos a estudiar, sin simular; si vamos a divertirnos, vamos a divertirnos un rato, sin simular. Todo lo que hagamos hagámoslo de deveras, no se vale que parezca una cosa y hagamos otra. Imaginen cómo sería un mundo en el que nadie simulara o engañara".
Una vida a la promoción de lectores
Cuando Felipe Garrido se entera de que tanto su esposa como colegas literatos lo consideran un misionero de la lectura él sólo sonríe y lo deja como una posibilidad, pero su trabajo no lo deja mentir.
n ¿La promoción de la lectura es como una misión?
"Pues así lo ve ella y puede que sea algo así. Yo no lo hago porque lo piense, pero sí es la actividad que más tiempo he tenido en mi vida, a la que más me he dedicado, a la formación de lectores y escritores, porque no deberíamos pensar que sólo hace falta leer, hace falta leer y escribir."
Actualmente trabaja con el SNTE en un taller de lectroescritura en el que se busca que los maestros produzcan textos en los cuales puedan transmitir sus experiencia, las técnicas que han aplicado y les ha funcionado bien.
"Yo tuve la suerte de nacer en una familia lectora, tanto mi padre como mi madre eran lectores, mi madre sigue siendo una gran lectora, entonces en la casa había libros, había revistas, llegaba el periódico todos los días. Todos eran muy buenos con los libros, las sobremesas de la casa eran largas, nos quedábamos platicando".
"Yo digo que crecí engañado, pensando que todo el mundo leía como en la familia y me vine a dar cuenta de que no cuando empecé a dar clases en la preparatoria, en 1963 creo, porque mis alumnos estaban muy bien alfabetizados, pero no eran lectores".
Él está convencido que leer por gusto tiene beneficios muy importantes. Cuando se lee por obligación no hace falta entender a fondo, cuando se lee por gusto esto se hace crucial pues mientras más se entienda, más se va a disfrutar la lectura.
"Empezar de niño es lo más fácil porque se va a aprovechar durante más tiempo, una persona que inició a los 8 tiene 80 años por delante que va a seguir leyendo, en cambio si se espera a hacerse lector a los 30 nada más le quedan 50. Además, mientras más viejo se hace uno más difícil es crear hábitos nuevos".
Pero no es imposible, pone el ejemplo de muchas madres de familia que se hacen lectoras acompañando a sus hijos cuando en la escuela los ponen a trabajar seriamente en la lectura.
"La madre que no era lectora, tal vez en ese momento se va a hacer , va a tener que acompañarlos en las lecturas, en las tareas, cuando lo lleve a comprar libros, cuando lo lleve a las ferias de libros. Esto sucede con frecuencia con madres y con maestros".
Retos por venir
La situación actual de la educación lectora aún tiene muchos trabajo por delante, reconoce.
"No vamos todos juntos. No se trabaja igual en todos lados, no todos los maestros son ni regularmente malos ni regularmente buenos, pero vamos mejor de lo que íbamos antes".
La famosa Reforma Educativa lanzada en 2013 abarca parte de ese aspecto, al reforzar en la escuela la lectura, la escritura y las matemáticas.
"Queda una intensa reforma, en el papel por lo menos, en que la lectura es algo necesario en todas las asignaturas. Porque a veces se acostumbra asociar la lectura con español, y se piensa que es una responsabilidad del maestro de español. Todas las asignaturas se aprenden leyendo y escribiendo, la escritura de cada asignatura tiene sus características especiales, la escritura no es una unidad aparte que uno aprende y luego puede aplicar. Que aprenda a escribir haciendo libros de biología va a escribir de manera diferente a quien aprenda haciendo libros de historia.
Felipe Garrido está muy cerca de la educación actual, especialmente como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
"La Academia Mexicana de la Lengua trabajó el año pasado con la SEP muy a fondo para revisar los libros de texto, no solamente los de literatura, todos, matemáticas, educación cívica, ética, historia, las historias de los estados, español. En total son 92 libros que seguimos revisándolos, porque estas cosas no deberían acabarse nunca".
"No podemos decir que un libro de texto está revisado ya para siempre porque el mundo sigue cambiando y porque es muy difícil pensar que se llega a un punto en el que no hay nada qué adaptar, siempre hay la posibilidad de mejorarlo, de poner mejores ilustraciones, de actualizarlo. El mundo sigue cambiando, las ciencias avanzan, cada generación tiene que interpretar", asegura.
El paso más necesario y difícil es conseguir que los principales promotores de la lectura y la escritura del país sean los maestros.
"Que los maestros se hagan lectores porque sino no lo van a poder hacer, y que ellos trabajen todos los días con sus alumnos en promover la lectura y la escritura. Mientras no lo consigamos va a ser muy difícil que el país tenga lo que se necesita, si lo hacen llegarán otros progresos, porque habrá mejores maestros, mejores alumnos, gente que entiende mejor lo que hace, y yo creo que es realmente importante para un país"
"Que un niño lea no es nada bonito, es un asunto de vida o muerte, ese niño se está jugando su futuro. Más le vale que sea lector, además que si cada vez hay más lectores, los que no lo sean se van a quedar rezagados", alertó.