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"Sí a la vida a pesar de todo"

"Sí a la vida a pesar de todo"
07/11/2015

    Jacobo Román Serrano e Isabel León Valdez/Grupo Pahause*

    "Aprende a vivir y sabrás morir bien." (Confucio)
    Reflexiones sobre la muerte de un hijo.
    Todos nacemos para morir. Es un hecho de la vida, una etapa más que se debe cumplir en el ciclo de todo ser viviente, y sin embargo, para los que habitamos una sociedad que sobrevalora los logros materiales, olvidando los espirituales, los valores morales, el amor al prójimo, etcétera: la muerte es una derrota.
    La muerte nos demuestra sin piedad que no somos dueños de nuestra vida, lo que nos hace sentir dolorosamente vulnerables. La muerte nos advierte sobre nuestra finitud y no estamos preparados para ello. Por consecuencia la ignoramos, la olvidamos, vivimos cada día en la total negación, como seres inmortales. Pero la muerte llega, a veces a través de un lento y doloroso proceso, otras, brutal y repentinamente, pero llega. A ricos y pobres, a creyentes y no creyentes, a viejos, jóvenes y niños. Y por la magnitud y misterio de su naturaleza ha sido objeto de toda especulación filosófica desde los comienzos de los tiempos; el hombre siempre ha indagado sobre su origen y el sentido de la existencia. Pero el día menos pensado, llega a nuestro hogar como un huésped no invitado que deja vacía una habitación de la casa y un lugar en la mesa familiar y hace tambalear con su sola presencia las estructuras más íntimas del pensamiento y de la vida misma. Y llega para quedarse, no la conocemos y sin embargo, es en la muerte donde hallaremos la clave de nuestra propia existencia, el sentido de la vida misma.
    Ante la partida de un hijo -a quien difícilmente estaremos preparados para despedir-, el dolor es demasiado intenso y desconocido; pareciera que la vida no debiera continuar, que el tiempo en su eterno fluir se hubiera detenido en un punto en el espacio, un punto de total incredulidad e irrealidad. Nadie sabe qué decirnos; todos escapan ante una realidad que no conocen, pues siempre la han ignorado y no la saben manejar. -No puede ser!- Nos lo repetimos una y mil veces y sin embargo es; y debemos de seguir viviendo, -pero ¿Cómo?- Nos preguntamos una y otra vez. Pero el dolor trae consigo una enseñanza y puede llegar a ser una experiencia regeneradora: porque es enfrentándolo, conociéndolo, moviéndonos a través de éste que lograremos llegar más allá de él, más allá de lo inmediato, mas allá del materialismo limitante, rescatando de un rincón del corazón los olvidados valores espirituales del hombre, que son lo único que puede salvarnos de una vida sin sentido, de una muerte en vida.
    Entonces la muerte de nuestros hijos no habrá sido estéril, porque es a través de su partida que el verdadero sentido de la vida se comprende: como un tiempo precioso y finito que debemos de vivir al máximo, pero de otra manera, ya que el camino trazado hasta ahora no es suficiente para esta nueva realidad. Debemos comenzar, es como renacer de las cenizas. Debemos captar el mensaje de infinito amor que nuestros hijos al partir nos dejaron y que los hijos que nos quedan nos recuerdan cada día: DAR AMOR, SOLO AMOR. Son nuestros hijos los maestros del verdadero y desinteresado amor y este sentimiento no tiene reclamos ni expectativas, ni siquiera necesita de una presencia física. Y cuando hayamos encontrado la paz y la aceptación, habremos de trasmitirla a los demás, a los que lo necesitan, a los que sufren, a los que aún viven en la oscuridad de la desesperanza y la rebeldía.
    La muerte no marca el fin de todo, es sólo una necesaria etapa en la evolución espiritual del hombre, es una parte integral de la vida, la que nos marca el límite de nuestra existencia terrena y nos enseña a apreciarla en su verdadera dimensión para vivirla totalmente, rescatando esa olvidada espiritualidad en nuestro diario vivir para saber prepararnos, para que en el momento de realizar nosotros la transición, saber que no hemos dejado cosas por hacer y en el instante de dejar el capullo para volar libres de regreso a casa, sepamos que hemos comprendido el mensaje de nuestros hijos, porque hemos dado todo el amor de que fuimos capaces.
    NOTA: Habrá receso los jueves 23 y 30 de julio.
    * Grupo Pahause - Padres con Hijos Ausentes - se reúne cada jueves de 20:00 a 22:00 horas, en un salón de la planta baja del templo de la Sagrada Familia, mientras se consigue un lugar neutral, porque como grupo no se persigue ningún fin religioso, ni ideológico, ni político, ni lucrativo. No importa el estatus social, cultural ni económico. Son requisitos para pertenecer y permanecer haber perdido un hijo (a), necesitar apoyo y consuelo para afrontar su duelo, tener disposición y actitud positiva para realizar el trabajo de autoayuda y de mutua ayuda y comprender que el proceso del duelo se vive de manera individual, pero hay que vivirlo para superarlo y alcanzar la aceptación plena de la muerte biológica del hijo (a).
    Mas informes en: Tel. 7-53-12-33; cel. (04466)72-64-88-97; mail: oguerrerihotmail.com

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