|
Columna

Sinaloa en la historia

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA
30/09/2025 17:18

    En la conquista del noroeste del territorio, en lo hoy conocido como Sinaloa existen varios matices, en los cuales hay luces y sombras lo cual es común en los procesos históricos de las naciones y de los imperios, hoy admirados por sus logros y sus hazañas, pero en su interior esconden el drama del sufrimiento y la opresión de muchas gentes.

    En el Siglo 16 hubo varias expediciones con afán de satisfacer materiales ambiciones. Estas tierras no tenían el grado de cultura de las tierras del Anáhuac, donde se encontraban las grandes civilizaciones mesoamericanas, eso sería, aquí, una desventaja, pero también se convertiría en una ventaja para frenar la ambición de los conquistadores.

    En su desventaja cultural estos pueblos, estaban en un estado nómada o seminómada, lo cual los convertía en seres amantes de la libertad, dispuestos a luchar por ella.

    A diferencia del imperio Azteca, quienes explotaban a los pueblos de su entorno, causando rencores y resentimientos, en estas tierras sus habitantes eran independientes, aunque hubiera habido luchas entre ellos, por lo cual los conquistadores no pudieron capitalizar resentimientos como se dio en el imperio azteca.

    La conquista de estas tierras fue una empresa en donde se dieron tres facetas, por decirlo de alguna manera: La conquista militar, la conquista espiritual y la búsqueda de riquezas.

    Aunque muchos ven estas facetas como una sola, lo cierto es se tenían diferentes objetivos en cada una de ellas, aunque también es justo reconocer se dio, ocasionalmente, un mutuo apoyo entre ellas.

    La conquista militar o de carácter material-territorial fue originalmente una búsqueda de extender los dominios de la corona española y con ello alcanzar beneficios y títulos personales para sus protagonistas.

    La conquista espiritual o evangelizadora llego después, cuando la conquista militar fracaso en sus objetivos, gracias a la resistencia de los naturales. Ella venía con el objetivo de ganar para el cristianismo en estas tierras, logrando mejores resultados al tener una actitud más humanitaria con quienes vivían en estos lugares.

    Después vendrían quienes andaban en busca de aventura y de riquezas, aprovechando lo ya logrado por los evangelizadores, pero continuamente, tenían actos de crueldad para lograr satisfacer sus ambiciones, ocasionando una respuesta violenta hacia lo llegados, incluyendo a los misioneros identificándolos como parte de los venidos a estas tierras.

    Diego Beltrán, sobrino de Nuño Beltrán de Guzmán fue uno de los iniciadores de la pretendida conquista militar del noroeste mexicano, sin embargo, poco pudo hacer, le siguió Francisco de Ibarra.

    Llegaron los evangelizadores jesuitas, después de las pretendidas conquistas militares, logrando mejores resultados, con una tarea educativa, fundando asentamientos y conservado los ya existentes. Desgraciadamente el rey Carlos III, por motivos políticos y mezquinos expulso a la compañía de Jesús de los territorios de la Nueva España en 1766. Los franciscanos continuarían la obra evangelizadora.