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"Tablas y trazos"

"El Rosario de mis recuerdos"
14/11/2015 08:47

    Benigno Aispuro

    Leo el libro "El Rosario de mis recuerdos", del cronista de esa bella ciudad, Carlos R. Hubbard o Carlos Hubbard Rojas (1912-2002), que de los dos modos se hizo llamar. Fue un gran personaje, hijo de un norteamericano que vino a trabajar a las minas del Tajo, El Rosario y ahí se quedó.
    El volumen, que incluye crónicas con recuerdos y observaciones desde los años 20 en esa ciudad colonial, fue editado por el Ayuntamiento de El Rosario, con apoyo de la SEPYC, y es una compilación hecha por Martha Lilia Bonilla de los artículos publicados en cuatro libros que editó el señor Hubbard.
    Su hijo, el diplomático Enrique Hubbard Urrea, es el encargado de hacer el prefacio y nos da luz sobre la vida del autor, quien fue cartero, oficial de Hacienda, chofer, transportista, comerciante, político, músico, periodista, cronista, profesor y hasta locutor. Todo a una, como en Fuenteovejuna.
    Es un libro sabroso y divertido, con crónicas que a veces parecen tomadas de un diario privado, en el que cuenta con breves párrafos una andanada de sucesos memorables, jocosos o tristes de la vida cotidiana de su pueblo, desde los preparativos para irse a confesar para la primera comunión a los bailes en la Mutualista Hidalgo, las tandas en el Cine Crespo con sus viernes dedicados a oír tocar a la Orquesta Borrego y cantar a las voces del lugar, y las borracheras de los mineros resueltas a cuchilladas cada fin de semana. O las venidas de caravanas de artistas, incluidos los legendarios títeres de Rosete Aranda.
    Se refiere también al curioso origen de este pueblo cuando el caporal Bonifacio Rojas buscaba unas vaquillas en el monte y al tener que pernoctar, hizo una lumbre donde otro día encontró derretida la plata del mineral que, a flor de tierra, hizo de esta una de las ciudades más importantes del noroeste colonial.
    De hecho, en la Colonia, cuando Culiacán era aún un mísero villorrio perdido en la geografía de la última frontera novohispana, junto con El Fuerte de Montesclaros, Rosario ya enviaba marcos y barras de oro y plata a las arcas reales.
    Y en un bello artículo, narra el fin de la bonanza minera como una pesadilla que sacudió al pueblo a mediados del siglo pasado.
    Don Carlos Hubbard dejó como legado cuatro libros: "Mi Barrio del 22" (que se refiere a la calle 22 de Diciembre, pero no alude a la Batalla de San Pedro, sino a la toma de Rosario por las tropas del Coronel González Hermosillo en 1810, para apoderarse de los recursos mineros para financiar la Guerra de Independencia), "Los Chupapiedras" (nombre con que cariñosamente los bautizaron sus vecinos los "patasaladas" de Mazatlán, sus grandes rivales en el naciente beisbol de principios de siglo), "Cuentos de mi Rosario", en el que vierte sus virtudes de narrador, e "Historias de un Mineral".
    En esta colección habla de su cercanía con monstruos del arte nacional como la cantante Lola Beltrán, que en sus inicios fue llamada la Rancherita de Rosario, y Pedro Infante, cuyo padre don Delfino tocó en la Orquesta Borrego, típica de la ciudad, así como José Alfredo Jiménez, a quien le pidió que incluyera el nombre de Rosario en la letra de "El caballo blanco", para lo cual el compositor quitó a Escuinapa.
    Nos habla de sectores del antiguo Rosario, hundidos por las excavaciones que, siguiendo las vetas del mineral, se hicieron bajo la ciudad. Tan a flor de tierra estaba el mineral…
    Curioseamos con las palabras raras, medio arcaísmos y medio regionalismos y hasta barbarismos: "La "antoñona calle de Zaragoza", "chumilco" como chiname o casita, "mainate" por magnate; "graciosas" por gaseosas", entre otras.
    De canciones que ya ni se conocen de tan viejas: "La Tomasa", "El Adiós" (que tal vez sea el de Carrasco), "La casita" (que, cuando salió, hubo quien la hizo tocar con la orquesta toda la noche), "El lirio", "La tarde era blanca" y otras.
    Y evoca a Macario, el campanero del templo del lugar, y el dístico con que los monaguillos le hacían rabiar: "Los calzones de Macario/ suben y bajan del campanario". En fin, cosas veredes.

    Breviario
    Siempre digo lo mismo al terminar cada concierto de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes: "Fue el mejor de todos". Pero el del pasado jueves 13 de junio, estuvo de pelos. ¡Vaya modo de dirigir a una orquesta tiene Israel Yinon, que parece que es él quien está tocando y modulando todos los instrumentos a la vez! Y el joven prodigio del violín Alfredo Reyes Logounova. El programa fue un poema de largo aliento con varios cantos… El de anoche, aunque ya no me toca comentarlo por hoy, prometía ser sensacional… Vaya este viernes por la noche al Teatro Universitario, a apoyar a los jóvenes talentos del bel canto Karen López (la aplaudida "Reina de la Noche" en la ópera "La flauta mágica") y Carlos Santos ("Sarastro", en esa misma ópera, hace unas semanas con la OSSLA). Quieren ir a un curso a Italia este verano, y creo que lo merecen. Ellos son miembros del Taller de Ópera del ISIC y en septiembre vuelven a Culiacán. .. En septiembre 5 se reanudan los conciertos de la OSSLA dentro de la Temporada de Otoño. ¿Se imagina? El buen gusto de Aldo Rodríguez unido a la sapiencia y el talento del Mtro. Gordon Campbell… Y aquí le corto. 

    Comentarios: aispurobeni@hotmail.com