El hombre como ser social
En realidad, ningún hombre se encuentra aislado completamente. Siempre y en todo lugar es miembro de una familia, mantiene relaciones con otros hombres, forma círculos, clubes. En el mundo de la industria forma parte de un equipo laboral.
El hombre es, pues, como ya lo dijera Aristóteles, un ser eminentemente social. El ser humano para seguir siendo humano necesita la compañía de los demás; si hasta Robinson Crusoe, necesitó de su Viernes.
El hombre vive en sociedad, y esa sociedad formada por hombres como él constituye un contorno vivo, esto es, su ambiente social.
Quien se considere un ser aislado, que no tiene nada que ver con los demás, haciendo de su persona el eje del mundo, queda deshumanizado, despojado de su auténtica personalidad.
El secreto de toda grandeza está en amar algo más que no sea uno mismo; tener el corazón abierto a los otros. El que se retrae de sus deberes sociales es como un miembro de nuestro cuerpo, que sólo se preocupa de él, y va creciendo él solo.
Imaginemos que nuestra cabeza se dedica a crecer ella sola, sin preocuparse de los demás miembros de nuestro cuerpo. ¡Seríamos unos monstruos con una enorme cabeza, y un cuerpecito pequeño que ni la podría cargar!
Una de las definiciones más bonitas del hombre en sociedad, la dio el astro del futbol brasileño y mundial, el Rey Pelé, cuando dijo que era el equipo el que hacía los goles; que él únicamente era el que los ejecutaba, y su triunfo era el triunfo de 11 hombres coordinados uniendo su trabajo y sus esfuerzos para lograr una victoria.
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