Las palabras son el medio de comunicación del hombre. Constituyen su vida y todo cuanto forma parte de su existencia.
Hay palabras de sabiduría, de humor, de odio y de agradecimiento, palabras en virtud de las cuales se nace y otras que causan la muerte.
Palabras de destrucción; palabras de dinamismo, de esplendor y de alegría; palabras suaves de persuasión, gentiles y amables, palabras religiosas, palabras delicadas, palabras poderosas, palabras de desánimo; palabras celestiales e infernales, de victoria y de derrota; palabras crueles, crudas, tontas, estúpidas, repulsivas y acerbas; palabras científicas. Palabras de amor. Todas son importantes y animadas, aunque distintas, unas de otras las cuales en el futuro gozarán del mismo significado actual con pocos cambios en sus acepciones y significados.
Por lo tanto, hay que recordar siempre que a donde va la gente, allá van las palabras. A donde van las palabras allá se encuentra la persuasión y la influencia, el origen del cambio y la novedad.
J.V. Cerney en su libro Cómo atraerse a la gente dice que las personalidades llegan a ser más vivas cuando se emplean palabras, los ocasos de Sol resultan más brillantes cuando se descubren; una mujer es más y más encantadora al realzar sus atractivos; una experiencia resulta más íntima, si viene acompañada del vivo color de la expresión oral.
Los sonidos orales conducen a una corriente descriptiva. Crean una fuerza condicional; son un gran medio sensible y expresivo dirigido a fines específicos.
Como herramientas personales, las palabras son medios de comunicación, con los que se llega y se toca a aquellos que darán lugar a una acción a quienes se ama, a aquellos a quienes se persuadirá para que hagan algo en beneficio de uno mismo y de ellos mismos.
Cuando faltan las palabras al ser uno parco en ellas, se cuenta con menos personalidad de éxito en la complejidad de este mundo.
PARA SABER
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