Un maestro que enseñaba la buena administración de los negocios y a tener éxito en ellos, en su clase decía a los alumnos: La gente afortunada que gusta de los negocios exitosos vive preguntándose. ¿Cómo puedo hacerlo mejor?
El maestro con honda satisfacción comentaba: hace pocos meses un antiguo estudiante mío en los negocios, durante más de cuatro años abrió su cuarto de almacén de ferretería. Ésta fue una verdadera hazaña, considerando el pequeño capital inicialmente invertido, solamente 3 mil 500 dólares, la fuerte competencia de las demás ferreterías y el tiempo relativamente corto que llevaba en los negocios.
Visité su nuevo almacén poco después de haber sido inaugurado para felicitarlo por el laudable éxito conseguido. De un modo indirecto le pregunté cómo le había hecho para asegurar el éxito de tres almacenes, y abrir un cuarto cuando la mayor parte de los comerciantes, luchan para salir adelante con una sola ferretería.
La mayoría de mis trabajadores y yo trabajamos duro; pero no radica en eso solamente el éxito. Usted maestro, nos enseñó a buscar hacer mejor las cosas cada día todas las cosas. Así que a lo que atribuyo el éxito es a mi "programa de mejoramiento semanal".
Para mantener mi pensamiento en el surco, he dividido mi tarea en cuatro elementos: clientes, empleados, mercancía y promoción.
Durante toda la semana tomo notas y hago observaciones de cómo puedo mejorar el negocio. En este periodo de 4 horas me esfuerzo en mirar cómo va la operación. No deseo simplemente que compren más clientes en mi tienda. En vez de eso me pregunto: ¿Qué puedo hacer para atraer más clientes? ¿Cómo puedo desarrollar clientes regulares y leales?
Al contestarme esas preguntas y persistir en hacerlas realidad he logrado hacer realidad el lema El Progreso es Nuestro Producto.
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