"'Toma mi pan. Tentaciones de la comida sinaloense'"
El aguachile, ceviche, camarón seco, colachi, bombones de coco, machaca, chilorio de Mocorito, conforman el gran manjar que ofrece el libro Toma mi pan. Tentaciones de la comida sinaloense.
La obra, publicada en 2013 por el Instituto Sinaloense de Cultura, reúne distintas voces que apetitosas disfrutan de los banquetes que a toda hora predominan en la mesa sinaloense.
En la "carta" de este libro, además de platillos también están aquellas recetas de la abuela y la forma de disfrutarlas.
Basta partir del texto escrito por Juan José Rodríguez; Una de pájaros y piratas: ceviche y zeevisje, en el que dice que aunque el ceviche llegó a Mazatlán de Chile, el de sierra, nadie se los puede "quitar". Así como tampoco el aguachile, que desde la infancia ha disfrutado.
Gabriela Morfín traslada a los lectores a los sabores del sur del estado, Villa Unión, donde el restaurante de El Cuchupetas, se ha convertido en una tradición.
Raúl Cervantes Ahumada saborea en este libro la machaca tradicional, conocida como mochomo. De ésta, escribió que se condimenta con tomatillo silvestre y chiltepines.
En el texto explica el origen de la sopa de ostiones, el chilorio, menudo, frijoles puercos, pozole de quelites, tamales, sopa de garbanzo, pescado, caguama, enchiladas del suelo, pollo a la plaza, cazuela, caldillo, las asaderas de pollo y los panes.
Cada página del ejemplar, coordinado por Juan Esmerio Navarro, abre el apetito, mucho más cuando César López Cuadras regresa a su infancia y recuerda cómo se comía el chilorio, el menudo blanco y la carne asada.
Dámaso Murúa presenta una crónica a la que tituló Comer cinco veces en Sinaloa, en la que repasa desde el sabor de la taza del café, hasta los buñuelos.
En poco más de 120 páginas, aparecen además las historias con la comida guerrerense de Carlos Maciel Kijano; el pozole sinaloense, de Aristeo Zavala; el colachi, de Leo Eduardo Mendoza; los bombones de coco, que prepara Guadalupe Veneranda, entre otras experiencias gastronómicas.
La obra pretende ser un rescate, una revalorización y posicionamiento de la comida típica de esta tierra.