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"Una historia de amores contrariados"

"Sus padres inspiran a Gabriel García Márquez en su novela 'El amor en los tiempos del cólera'"
06/11/2015 06:15

    El amor y sus contrariedades fue un tema que inquietó a Gabriel García Márquez en su juventud. Escuchaba a sus padres, juntos y por separado, contar la historia que vivieron para realizar su amor y aunque quiso escribirla siempre, no la tomó como tema en los años 50, cuando estaba por concluir su primera novela, La hojarasca (1955).
    "Era consciente de que todavía me faltaba mucho que aprender sobre el arte de la novela", revela el Premio Nobel de Literatura 1982, en su libro de memorias Vivir para contarla.
    La memoria del amor, señala, hizo de sus padres unos excelentes narradores. Sus relatos eran tan apasionados que al decidirse a contar la historia en su quinta novela, El amor en los tiempos del cólera (1985), no pudo distinguir entre la vida y la poesía.
    La obra que lo confirmó como un escritor de fama mundial, narra la experiencia de un hombre que se enamora de una bella joven, pero se ve obligado a esperar 50 años, nueve meses y cuatro días para reconquistarla. Un amor que a pesar de ser contrariado, se basa en un juramento de fidelidad lo suficientemente fuerte como para conservarse durante toda una vida.
    En Fermina Daza y Florentino Ariza, García Márquez puso la historia de sus padres, Gabriel Eligio y Luisa Santiaga. Un amor empedernido que pese al paso del tiempo y las contrariedades, no había poder humano capaz de derrotarlo.
    Y aunque ellos no tuvieron que esperar medio siglo para realizarlo, muchas adversidades que en la novela padecieron Fermina y Florentino son realmente parte del anecdotario de la familia García Márquez.
    En Vivir para contarla, el colombiano narra la historia real, partiendo de una premisa: "la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla".

    El realismo mágico
    Como Fermina Daza, Luisa Santiaga se enamoró de un forastero que llegó a Aracataca con el oficio de telegrafista. Gabriel Eligio le perturbó el sueño cuando en un baile se quitó la flor que llevaba en la solapa y le dijo: "Le entrego mi vida en esta rosa".
    Las tardes bajo la sombra de los almendros, la vigilancia de su tía Francisca Simodosea y su enamorado observándola por la acera de enfrente, le ocurrieron también a Luisa Santiaga. Y es que, su familia no quería al pretendiente por su condición de hijo natural, por haber sido distinguido entre la "estirpe descamisada" y sobre todo, por pertenecer al Partido Conservador contra el cual había peleado sus guerras el coronel Nicolás Márquez.
    No veían en él otros signos de su buena índole, su inteligencia siempre alerta ni su probada honradez. Pero ni el rigor de la familia que se empecinó en separarlos amilanó a la pareja. Cartas furtivas, mensajes cifrados y la complicidad de la tía la mantuvo unida. Un día los padres de ésta resolvieron llevársela a Barrancas, de pueblo en pueblo, como un remedio brutal para su mal de amores.
    Gabriel Eligio le expresó su acuerdo en que hiciera el viaje bajo el juramento de que se casaría con él. Ella, complacida, agregó de su cuenta que sólo la muerte podría impedírselo.
    Casi un año tuvieron para demostrar la seriedad de sus promesas. Para mantener comunicación, el novio obtuvo la complicidad de los telegrafistas de los siete pueblos por donde pasaron antes de llegar a Barrancas. La novia recibía y contestaba sus mensajes.
    Cuando la madre descubrió, seis meses después, las cartas que manifestaban el empeño común de casarse sin consultarlo con nadie, donde fuera y como fuera, cuando volvieran a verse, dejó a la hija en Santa Marta, con su hermano Juan, para "salvarla" de los demonios del amor.
    Como éste padeció la misma intransigencia de sus padres en sus amores, decidió no tomar partido, pero vigiló las relaciones de su hermana, quien inquieta por una nueva separación, pidió ayuda al vicario de la diócesis, Monseñor Pedro Espejo, para que la casara sin permiso.
    El sacerdote conversó con los novios y escribió una carta Nicolás y Tranquilina, en la que expresó su certidumbre de que no había poder humano capaz de derrotar aquel amor empedernido.

    Felicidad para los amores contrariados
    El 11 de junio de 1926, Gabriel Eligio y Luisa Santiaga se casaron en la Catedral de Santa Marta y el domingo 6 de marzo de 1927, a las 9:00 horas, nació el primero de sus siete varones y cuatro mujeres, Gabriel José García Márquez.
    El amor en los tiempos del cólera se desarrolla en Centroamérica, a principios del siglo 20, época en la cual los signos del enamoramiento podían ser confundidos con los síntomas del cólera.
    Jaime García Márquez, noveno hijo del matrimonio, dice que al igual que Florentino, su padre tocaba el violín y toda la primera parte es la historia de sus progenitores, la segunda es ficción y la tercera, cuando se unen otra vez, es la relación del propio Nobel con su esposa Mercedes. Y como buen final para una historia de esta naturaleza, añade, el destino de los amores contrariados no puede ser otro que la felicidad.
    El de ellos fue un amor ferviente y comprometido hasta el último día de su vida y así termina la novela, una historia acerca del amor, la fidelidad, la convivencia conyugal, el paso del tiempo y la memoria.
    Gabriel Eligio García murió el 13 de diciembre de 1984 y Luisa Santiaga Márquez Iguarán el 9 de junio de 2002. Sus restos reposan en Cartagena de Indias, Colombia.


    DATO
    CINE 'El amor en los tiempos del cólera' fue llevada al cine por Mike Newell y actualmente se encuentra en las carteleras.