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"Vértigo"

"´Viaje a Darjeeling´ (***): tres asteriscos"

    En su reseña de Vida acuática (2004), publicada en la revista Sight and Sound (marzo, 2005), el cinecrítico Ryan Gilbey anotó que el cuarto largometraje de Wes Anderson tenía muchas cosas que podíamos admirar, pero muy pocas que podíamos adorar.
    Este severo y certero juicio yo lo aplicaría, de hecho, a toda la obra de Anderson a partir de Los excéntricos Tennenbaums (2001), incluyendo su más reciente largometraje, Viaje a Darjeeling (The Darjeeling Limited, EU, 2007), que se está exhibiendo en Culiacán desde el pasado fin de semana.
    El cine del tejano Anderson es inconfundible en su estilo visual/narrativo, desde su aún insuperada Tres es multitud (1998): tomas largas en las que se prefiere un rápido paneo o un travelling al corte directo; uso bien modulado del ralenti en momentos clave de cierre y apertura; un anchísimo encuadre que simula un enorme mural en el cual los personajes, más que vivir, se acomodan; una banda sonora nostálgica-pop sesentera/setentera acaso demasiado atractiva para su propio bien; y una dirección de actores -que, además, aparecen de cinta en cinta- instalada en un saludable naturalismo/minimalismo.
    Todos estos detalles de estilo -y el hecho que su obra trate básicamente de los mismos temas: familias disfuncionales, paternidades irresponsables o no asumidas, vacíos existenciales juveniles- han convertido a Anderson, a ojos de muchos, en el gran autor fílmico americano de la última década: "el nuevo Martin Scorsese", como el propio Scorsese lo bautizó. El problema es que si Marty tardó casi 30 años en estancarse en el manierismo, Anderson lo ha hecho en apenas cinco largometrajes.
    Por lo menos Viaje a Darjeeling es mucho mejor que Vida acuática (cuya reseña, por cierto, se puede encontrar en la sección de DVDs de cinevertigo.com). Esta vez los personajes sí respiran y están un poco menos prisioneros del maniático encuadre de Anderson y su fotógrafo Robert D. Yeoman. Incluso, la historia de estos tres hermanos (Owen Wilson, Jason Schartzman y Adrien Brody) que deciden viajar en tren por la India para encontrarse con su recluida madre monja (Anjélica Huston) tiene, hacia el final, una indudable carga emotiva, representada por un lujoso equipaje que se deja tirado en el andén para poder alcanzar un tren que se va. Ojalá que Anderson haga lo mismo: que deje en el camino los tics que hacen tan admirable -pero tan distante- su cine.
    PS. Por cierto, Viaje a Darjeeling es la segunda parte de una historia que inicia en un corto de 13 minutos, Hotel Chevalier (2007), protagonizado por Jason Schartzman y Natalie Portman. Anderson ha dicho que es importante ver el corto antes del largo, pues hay detalles en el segundo que sólo se entienden si se ha visto el primero. Por lo mismo, Hotel Chevalier se exhibe antes que Viaje a Darjeeling.
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    A un viaje a un lugar muy lejano deberían ir esos rústicos culichis que no pueden vivir sin su teléfono celular prendido y sonando dentro del cine.
    Comentarios: cinevertigo.blogspot.com

    Fotos:


    La cinta se exhibe en esta ciudad.

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