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"Vértigo"

"´En el Valle de las Sombras´"

    (****): cuatro estrellas

    El militar retirado Hank Deerfield (Tommy Lee Jones, memorablemente estoico) es un hombre de pocas palabras.
    Puede ser amable, pero no es su fuerte: el tipo es cortante, brusco. Pero Hank conoce siempre el terreno que pisa, puede juzgar con una sola mirada de qué está hecho su interlocutor y distingue muy bien lo que es correcto de lo que no lo es.
    Por eso, cuando recibe una llamada telefónica avisándole que su hijo militar Mike (Jonathan Tucker) tiene varios días desaparecido -el muchacho acaba de llegar a Estados Unidos después de un años de combatir en Iraq-, Hank toma su camioneta y viaja hasta Fort Rudd, Nuevo México, para averiguar qué ha pasado con Mike, al que le ha enseñado, desde niño, a ser un buen americano, todo un patriota.
    En el Valle de las Sombras (In the Valley of Elah, EU, 2007), tercer largometraje del cotizadísimo guionista y ocasional cineasta Paul Haggis (infladísimo melodramón sub-altmaniano Alto Impacto/2004), fue un auténtico descubrimiento para el que esto escribe. Criminalmente ninguneada en el país del norte, la cinta se nos presenta como una brillante meditación sobre las cicatrices invisibles que deja la guerra. No es un tema nuevo, por supuesto, y menos en el cine hollywoodense de ayer, hoy y (supongo) mañana, pero la inteligencia del guión escrito por Haggis no deja de sorprender por su sensibilidad y su justeza. No hay un solo personaje (ni siquiera cierta mujer histérica que acusa a su marido de querer ahogar al perro), no hay un solo diálogo (ni siquiera el de un empleado de una refaccionaria que le reprocha a Hank no confiar en nadie), no hay una sola escena (ni siquiera la del niño que necesita la puerta entreabierta de su cuarto para poder dormir), que estén de más.
    La perfección del guión de Haggis se corresponde con la gris fotografía desaturada del especialista Roger Deakins y, más aún, con la virtuosa interpretación de Tommy Lee Jones, quien construye su personaje a trazos rápidos, con el seco tono de su voz, con su dura mirada que no acepta negativas. Si hubiera algo de justicia en este mundo, Jones debería haber ganado el Óscar 2008 por esta actuación. Pero como este año la estatuilla tenía el nombre grabado de Daniel Day-Lewis, habría que reconocer a Jones de otra manera. Por lo menos con un aplauso. Y de pie.

    *****

    Por cierto, la oscareada actuación de Day-Lewis en Petróleo Sangriento (Anderson, 2007) me pareció inferior a la de Jones, que estuvo nominado pero que nunca tuvo la menor oportunidad de ganar. Lo apunto sólo para dejar constancia de ello: como bien lo ha escrito el crítico e historiador fílmico David Bordwell, no hay nada más subjetivo que juzgar el trabajo de un actor.

    *****


    Lo que sí es muy objetivo: el comportamiento de tanto rústico culichi que no puede apagar su teléfono celular antes de entrar al cine.
    Comentarios: en el blog cinevertigo.blogspot.com (con actualizaciones diarias), y en la página web .