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"Vértigo"

""El atentado" (+): churrito"
08/11/2015 13:16

    El atentado (México, 2010), el más reciente largometraje del veterano Jorge Fons (legendario episodio "Caridad" de Fe, Esperanza y Caridad/1974, Los albañiles/1976, Rojo Amanecer/1989, El Callejón de los Milagros/1995, telenovelas La casa al final de la calle/1988, El vuelo del águila/1996 y muchas más), tenía todo para convertirse en la película mexicana del año: un presupuesto de 70 millones de pesos, un reparto extendido de primer nivel y una fascinante historia contenida en la cuarta novela de Álvaro Uribe, "Expediente del Atentado" (2008). Entonces, ¿qué fue lo que falló? Vamos por partes.
    El libro de Uribe es un muy logrado ejercicio literario. Narrada a múltiples voces, la historia del frustrado atentado en contra de la vida de Porfirio Díaz -acontecido el 16 de septiembre de 1897 en manos del borrachín Arnulfo Arroyo- cuenta con los fragmentos del diario del escritor Federico Gamboa, las cartas que él intercambia con su amante de mucho tiempo Cordelia, las misivas que ésta envía a su prometido que es el jefe de policía de la Ciudad de México, artículos periodísticos y rumores callejeros, además de las declaraciones ministeriales respectivas y el resumen del juicio al que fueron llevados los culpables del "lynchamiento" –así se escribía- del desafortunado Arroyo, quien fue brutalmente apuñalado por una turbamulta el mismo día del atentado contra Díaz.
    Fons y sus adaptadores Vicente Leñero y Fernando Javier León Rodríguez respetan los entretelones generales de la historia, toman los textos de las cartas cruzadas para algunos de los diálogos y agregan un recurso narrativo que resulta muy ingenioso: los vulgares sketches de una pinchurrienta carpa populachera comentan y reflejan los acontecimientos que vemos a lo largo de la cinta. Estos episodios carperos son tan logrados que uno desea -y no es sarcasmo, la verdad- que Fons y compañía se queden con los cómicos (espléndidos Carlos Cobos y Ramón Álvarez) y dejen la artrítica película de lado.
    Y es que la adaptación fílmica tiene errores de cálculo -el monólogo final de Cordelia (Irene Azuela) se lee bien en la novela porque es una carta, pero escuchado como parte de una conversación se siente falso y artificial; la ausencia del juicio a los "lynchadores" es dramáticamente inexplicable-, además de que el reparto es muy irregular, con sus altas (Arturo Beristáin como el zorruno dictador, Salvador Sánchez como el temible Villavicencio, Carlos Cobos como el alter-ego carpero de Don Porfirio), sus bajas (Julio Bracho como el jefe de la policía, la guapa señorita Azuela) y sus ni-ni, ni fu ni fa (José María Yazpik como Arroyo, y el propio Daniel Giménez Cacho, quien no parece haber encontrado el tono para interpretar al putañero intelectual oportunista Federico Gamboa).
    El problema central, sin embargo, está en la realización de Fons: si exceptuamos los ya alabados segmentos carperos y las escenas en las que Beristáin aparece entre penumbras y en juntas de gabinete como el mefistofélico Díaz, la realidad es que todo el asunto resulta mortalmente aburrido y visualmente inerte. Es cierto que el diseño de producción de Sandra Cabriada y el vestuario de Gilda Navarro se defienden, pero ¿qué se puede hacer cuando la cámara sale a exteriores para quedarse en unos primeros planos apretujados o, cuando mucho, en unos planos generales carentes de movilidad o imaginación? El vuelo del águila, la telenovela porfiriana dirigida por Fons hace 15 años tenía más vitalidad y fuerza que este fallida alegoría sobre el autoritarismo y la corrupción política/policial de hace un siglo que, de una u otra manera, siguen presentes hasta el día de hoy.
    Comentarios: cinevertigo.blogspot.com