´Posdata: Te amo´ (++): churrote
´Jumper´ (++): churrote
¿Qué hace exactamente un “saltador”? Nada realmente: sólo salta. ¿Y por qué los “saltadores” son cazados por los “paladines” con la intención de mandarlos, saltando, al otro mundo? Sepa la bola: será porque les tienen mala voluntad.
El problema de Jumper (Ídem, EU, 2008), sexto largometraje del energético cineasta Doug Liman últimamente de capa caída (excelentes Viviendo sin límites/1999 e Identidad desconocida/2002, irritante Sr. y Sra. Smith/2005), es que no tiene una trama qué seguir. Con todo y que está basado en una novela adaptada por ¡tres guionistas!, la realidad es que la historia parece el borrador de una buena cinta de acción y fantasía que nadie quiso hacer.
David (Hayden Christiansen, tan tieso como siempre: debió haberse puesto el atuendo de Darth Vader) es un “saltador” que, con sólo desearlo, puede estar en un parpadeo dentro de la caja de seguridad de un banco, un segundo después estar surfeando en Fiji y dos segundos más tarde encaramado en el Big Ben londinense. No sabe por qué puede hacer eso ni de dónde le viene ese don –nosotros tampoco lo sabremos- y menos aun entiende por qué le tiene tirria un Samuel L. Jackson malhumorado que quiere matarlo porque el muchacho es “una abominación”.
Lo realmente abominable es que usted pague 60 pesos por ver esta basura que no puede darle una sola motivación decente a sus personajes y que apila grandes nombres (Jackson, Diane Lane, Jamie Bell, Michael Rooker y hasta Tom Hulce) con el fin de destantear al respetable. No se deje engañar: lo recomendable es saltar hacia otra sala de cine en donde exhiban algo más decente.
Eso sí, no salte, por favor, a ver la inverosímil y soporífera Posdata: te amo (P. S. I Love You, EU, 2007). Después de un aceptable prólogo en el que vemos a Hillary Swank y a Gerard Butler felizmente casados –se tiran con zapatos, se hablan a gritos, se corren mutuamente del departamento en el que viven para luego tener mucha pasión y mucho sexo-, nos enteramos que, de repente, todo se fue a la goma: Butler se murió y la joven viuda se queda sola, deprimida y sin bañarse. Pero si esto se ve mal, no se preocupe: el asunto se pone peor. Sucede que el simpático muertito le ha dejado 10 cartas a su esposa, mismas que la mujer irá recibiendo una tras otra, cada mes, con órdenes tan originales como: “sal a bailar en tu cumpleaños”, “regala toda mi ropa”, “viaja a Irlanda a conocer a mi sustituto”, “lávate las manos antes de comer y después de ir al baño” y cosas así.
Además de que la premisa está jaladísima de los pelos y de que la historia avanza muy lentamente a través de las cartitas de ultratumba, la plana dirección de LaGravenese no ayuda en mucho y Miss Swank se ve perdida en un género que parece no haber sido creado para ella. La actriz ha sido convincente como vulnerado transexual (Los muchachos no lloran/Peirce/1999) y no se diga como ingenua boxeadora white-trash (Golpes del destino/Eastwood/2004). Pero como viuda, Miss Swank no transmite nada, a no ser aburrimiento. Y éste se pega.
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Un buen castigo para los rústicos culichis que no apagan su celular antes de entrar al cine: ver una detrás de la otra estas dos cintas.
Comentarios: cinevertigo.blogspot.com
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