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"Vértigo"

"Vértigo"

    ´Sin lugar para los débiles´
    (****): cuatro asteriscos

    Con varios meses de retraso -y cuando en Estados Unidos ya apareció la película en DVD de Región 1 desde hace algunas semanas- ha llegado a Culiacán Sin lugar para los débiles. Ya era hora.

    *****

    Anton Chigurh (Javier Bardem, justicieramente ganador del Óscar) no se pierde un detalle. Ve con cuidado todo lo que le rodea, piensa con calma y actúa en consecuencia.
    Nunca levanta la voz y nunca tiene prisa. Tampoco muestra ningún tipo de arrogancia: no tiene por qué demostrarle nada a nadie. Además, es una persona de principios: cuando le promete algo a alguien lo cumple.
    Chigurh sería el amigo ideal si no fuera por uno que otro defecto: no tiene sentido del humor, es tan peligroso "como la peste bubónica" y es una perfecta máquina para asesinar cristianos (pensándolo bien, en Culiacán se sentiría como en su casa).
    La presencia de Chigurh gravita inexorablemente, de principio a fin, en Sin lugar para los débiles (No country for old men, EU, 2007), el esperado regreso al gran cine por parte de los hermanos Joel y Ethan Coen. No es exactamente un personaje secundario –por más que en esta categoría Bardem haya ganador el Óscar- ni es solamente "el malo de la película" al que "el bueno" -el cansado sheriff Bell encarnado por Tommy Lee Jones- tendrá que matar/capturar/derrotar.
    De hecho, el clásico maniqueísmo medievalista que distingue el bien del mal sale sobrando en esta cinta de los Coen, no porque no existan ese bien y ese mal, sino porque su mera existencia resulta intrascendente. Sí, hay un psicópata suelto dejando un reguero de cadáveres; sí, hay un sheriff que trata de hacer lo que puede para atraparlo... ¿Y?: nada de esto se puede evitar, por más que uno crea que pueda hacerlo.
    El McGuffin que echa a andar la trama -un maletín con dos millones de dólares encontrados por el pobre vaquero/soldador Moss (Josh Brolin) en la escena de un cruento enfrentamiento entre narcos mexicanos- pasará muy pronto a segundo plano cuando Chigurh empiece su implacable cacería mientras el sheriff Bell sigue el rastro de uno y de otro, todo ello visto a través del lente del gran Roger Deakins en su enésimo trabajo fotográfico para los Coen.
    Hay una seca desesperanza (apenas matizada con alguna gota de ironía) que proviene no del guión de los Coen sino de la fuente original, la fatalista y lacónica novela de Cormac McCarthy, No ess país para viejos (Mondadori, 2006). Y es que en el vasto territorio desolado/desolador de McCarthy -que es el de los hermanos Coen- poco puede hacer la ley. Muy poco. Como si estuviéramos, me cae, en Culiacán.

    *****

    El único que podría educar a esos rústicos culichis que no apagan su celular antes de entrar al cine, al museo, a los conciertos: Anton Chigurh. ¿Cuánto cobraría por dar un cursito intensivo de buenos modales?
    Comentarios: en el blog cinevertigo.blogspot.com (con actualizaciones diarias), en la página web www.cinevertigo.com y en el correo electrónico ernesto.diezmartinez@gmail.com

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