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"Columna"

"Vértigo"

"En línea: "Rezeta" y "LuTo""
16/11/2015 12:14

    Si el cine mexicano se niega a venir a uno, uno tiene que ir a buscar al cine mexicano. Por fortuna, en nuestra época la distancia se mide en número de clics en la computadora, así que es relativamente fácil ver cine mexicano contemporáneo si no en las salas de cine de Culiacán, por lo menos sí en la red.
    Es el caso de (Rezeta México, 2011) y LuTo (México, 2013), inéditas en esta ciudad, pero disponibles para verse en streaming en Cinema Uno (cinemauno.com) por una suma ridícula.
    En el caso de Rezeta, estamos ante una historia muy convencional -chica conoce a chico, se enamoran, viven juntos, truenan finalmente- pero tiene algo que decir y lo dice con seguridad y buen humor. La Rezeta del título es una guapísima modelo albanesa (Rezeta Velui), quien llega a trabajar y a vivir a México durante una temporada.
    La muchacha se encama con un fotógrafo -le va muy bien-, luego con un pesado pseudointelectual -le va muy mal- y, finalmente, se une a Alex (Roger Mendoza), quien había sido su amigo/camarada/guía en la Ciudad de México.
    La amistad entre los dos se convierte en amor pero, Woody Allen obliga, ya sabemos que cualquier relación amorosa de este tipo está destinada a los problemas, al azote, al fracaso. Velui y Mendoza hacen una magnífica pareja y el guion escrito por el propio cineasta Luis Fernando Frias de la Parra brilla por el sentido del humor.
    Igual de sencilla resulta LuTo, de Katina Medina Mora. El (apenas) largometraje -62 minutos de duración- de la debutante Medina Mora nos presenta una historia vista en innumerables filmes.
    Luisa (Patricia Garza) y Tomás (Juan Pablo Campa) -de ahí el título de la película: LuTo- es una joven pareja que tiene una relación muerta. Al inicio del filme vemos cómo, a pesar de que duermen juntos, no se dirigen prácticamente la palabra. "Comper", es lo más amable que se dicen uno al otro. Él es escritor de novelas infantiles, ella es relacionista pública y alguna vez estuvieron tan enamorados -acaso más ella que él, diría yo- que hablaron de vivir juntos para siempre. 
    Esto último lo vemos en algunos idílicos flash-backs, porque el presente es de perros y gatos. La distancia entre los dos, queda claro, se ha ido construyendo con una serie de pequeños detalles que cualquiera que esté casado -o que viva en pareja- sabe que pueden ser la tumba de una relación: que si alguien olvidó comprar el café cuando fue al mandado, que si el otro no sacó la basura cuando ella se lo pidió, que si ella tiene más dinero que él, que si los temores y la inseguridad de ella, que si los celos patológicos de él.
    La película es un buen ejercicio de estilo y la señorita Garza está muy bien, acaso porque su personaje le permite demostrar más y mejor sus emociones. No es el caso de Juan Pablo Campa, cuya inexpresividad termina resultando un lastre para la cinta. Además, tengo la sensación que la cineasta/guionista Medina Mora creo un personaje más distante y cerrado en Tomás que en Luisa. ¿Inevitable inclinación femenina?

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