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"COLUMNA"

"Vértigo en línea: El proyecto Florida"

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01/07/2018 08:26

    Moone (Brooklynn Prince) es ingobernable. Es capaz de bajar el switch y dejar sin electricidad a toda la gente del edificio en donde vive, no conoce las mínimas convenciones sociales y no le preocupa nada lo que pueda pasar. También es linda y simpática. Ah, y solo tiene seis años. Como diría mi extrañada abuela Luz, esta niña “no tiene gobierno”.

        Tampoco tiene gobierno, de hecho, su joven madre Halley (Bria Vinaite), que la trata, a veces, como si fuera su engorrosa hermanita menor. Las dos (sobre)viven en Orlando en “The Magic Castle”, un motel de quinta categoría y a tiro de piedra de Disneyworld. Como quien dice, tan cerca y tan lejos de ese idílico mundo perfecto que no está en sus manos… ni en sus bolsillos.

        Lo más parecido a un gobierno –y muy benigno- es Bobby (Willem Dafoe, nominado al Óscar 2018 por este trabajo), el atareado encargado del motel, que un día tiene que pintar una pared, otro día tiene que correr a cierto pedófilo que se aparece zopiloteando por ahí y otro día sacar de un cuarto algún colchón lleno de bichos.

        El proyecto Florida (The Florida Project, EU, 2017), sexto largometraje del consolidado cineasta indie Sean Baker (Tangerine: chicas fabulosas/2015), sigue a estos personajes en su precariedad más absoluta y, también, en su libertad más contagiosa.

        La película, estrenada en la Ciudad de México en marzo de este año, ya no llegó a exhibirse en este rancho grande, tan alejado de los dioses del cine. Pero, como siempre, la cinta ya apareció en formato casero en streaming y en distintas plataformas: ya forma parte de la biblioteca de Amazon Prime y se puede rentar y/o comprar tanto en Google Play como en Claro Video. Qué remedio: si no hay buen cine en las salas, habrá buen cine en la casa.

        

    Pero volvamos a El proyecto Florida. La mirada empática de Baker –bien apoyado por la cámara siempre móvil del mexicano Alexis Zabe, recién invitado a formar parte de la Academia gringa de cine- no juzga a sus personajes ni, mucho menos, los explota. No hay jodidismo alguno en esta crónica neorrealista construida en los márgenes de la sociedad.

        Si bien es cierto que la cinta carece de una estructura bien definida –no avanza: acumula anécdotas-, también es cierto que es imposible despegar los ojos de la precoz Prince, de ese desastre de madre que tiene, ni del noble y agotado Bobby. Un cine de personajes, capturando instantes de vida.

    Comentarios: en la página web www.ernestodiezmartinez.com, en la cuenta de twitter @Diezmartinez y en el correo electrónico ernesto.diezmartinez@gmail.com