"'Vivimos en un país pirata', dice el cantante Óscar Chávez"
MÉXICO (UNIV)._ Óscar Chávez posee el primer ejemplar de Cien años de soledad que autografió el escritor colombiano y Premio Nobel Gabriel García Márquez.
"En los años 60, la Zona Rosa era centro de reunión de muchos artistas y García Márquez a veces se aparecía por ahí. Mis amigos vagotes y otros no tanto nos reuníamos en El Perro Andaluz", recuerda el cantautor.
"Un día pasé por una librería que todavía está en Niza, y compré la novela. Salí de ahí y al dar la vuelta en Hamburgo me topé con él. Le pedí que me lo firmara y lo hizo con mucho gusto. Varios años después, él mismo me contó que fue el primer volumen que firmó. Lo conservo impecable".
Corría el año 1967 y Óscar Chávez acaba de participar como "El Estilos" en Los Caifanes (Juan Ibáñez, 1966), había hecho una que otra telenovela y fotonovela, pero su gran pasión era el teatro. Sus maestros fueron figuras del calibre de Juan José Gurrola, Seki Sano, Margules y Héctor Mendoza, entre otros.
Luego enfocó sus baterías hacia el canto y el rescate de la música tradicional mexicana; ha grabado casi 100 discos. Tiene 74 años, fuma Raleigh con placer, toma café y el único ejercicio que practica es "la cantadera, que no deja de ser una exigencia que te mantiene en forma, además de que siempre ando para arriba y para abajo".
Para su doceava actuación consecutiva en el Auditorio Nacional, el sábado 29 de agosto, eligió como acompañante al rockero Jaime López, autor de la célebre La chilanga banda, entre otros.
"Es un compositor muy sólido, prolífico, con personalidad y, además, lo respeto mucho porque ha sabido ser congruente", afirma el legendario Chávez, quien adelanta que entonarán juntos No ando buscando a Jesús y Doroteo, la canción sobre un peón de campo salida de la inspirada pluma del compositor tamaulipeco.
El espectáculo
El show se denomina Dos Tipos Descuidados y, además de la cita que el público capitalino tiene con ellos en el Auditorio a fines de agosto, también habrá resto para dar un magno concierto en el próximo Festival Internacional Cervantino.
Con Los Morales, Óscar Chávez ofrecerá algunas joyas que la gente no conoce, como los sones veracruzanos El borracho y El buscapiés, además de tres o cuatro cosas de Guerrero.
"Mi afán no es cantar siempre lo mismo; para mí sería muy fácil interpretar 20 ó 30 canciones conocidas, no tendría que ensayar", admite el intérprete.
Cuando se le pregunta si piensa cantar Petróleo para satirizar la disputa de Hidalgo y Guanajuato por la construcción de la refinería, responde que no.
"Yo creo que no. Terminas por hartarte. Vergonzosamente, esa canción aún tiene vigencia luego de 20 años. Nada cambia: Los políticos no tienen ma..., no hay decoro", señala con indignación.
En México, dice, nadie se salva, los de izquierda cobran con la derecha, y los de derecha cobran con la izquierda.
"Todos con la cuchara grande. Ya he dicho que, para mí, la única gente decente que queda son los zapatistas", afirma con pasión.
Y en honor a los controvertidos guerrilleros de Chiapas liderados por el Subcomandante Marcos, Chávez nombrará La Otra Guitarra a un proyecto propio para crear una compañía discográfica independiente. Quiere arrancar con el concierto que grabó con Guillermo Velázquez en el Cervantino de 2007.
Podría seguir con algo que ya tiene armado, pero aún sin grabar, como 20 poemas de amor y una canción desesperada, del poeta chileno Pablo Neruda.
"Grabar discos en esta época es un acto arriesgado y heroico porque vivimos en un país pirata; no sólo la industria discográfica está hecha pedazos por esa razón, también la del calzado, la textil y hasta las artesanías. Y la autoridad no mete las manos porque siempre hay lana de por medio".
CANTANTE Y POETA
* En 1992, Óscar Chávez publicó un libro de poemas titulado Sinfín de llantos.
* En esa actividad se define con rudeza como alguien influido por el síndrome del azote, porque se dice que al amor lo inventaron los poetas provenzales.
* Relee a los mexicanos Ramón López Velarde, Octavio Paz, Francisco Hernández, Jaime Sabines y José Emilio Pacheco.
* Admira a Francisco de Quevedo y Fernando Pessoa, con todas sus tristezas y heterónimos incluidos.
* No tiene pensado volver al teatro ni como espectador, porque dice que no hay opciones que le entusiasmen.