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"El Especialista"

"Es cronista del rock"

"Concepción Beltrán ha sido testigo de la evolución del género musical en la ciudad. Se ha convertido en su cronista"
06/11/2015 08:43

    Concepción Beltrán, de melena lacia, con un libro de rock en las manos, ha sido testigo desde los 60, del movimiento rockero en la ciudad.
    Es quien llevaba su grabadora para guardar esos conciertos. El testigo de la evolución musical, de cómo nacían y desaparecían propuestas. El que ha escrito y mantenido un programa radial por años.
    Por una afición nacida en su infancia, ha sido el cronista del rock.
    Rebeldía de tiempos. Expresión juvenil, es este género el que le ha dado sentido a su vida, el que lo mantiene fiel a la música, el que lo ha hecho emocionarse y disfrutar.
    El rock ha tenido para Beltrán varias etapas valiosas, desde grupos como los Kikies, que en los 60 cantaban cóvers; a finales de los 70 y los 80, cuando nacieron originales propuestas como la de Mahagony; en los 90, con Ergo Sum, Naranja Mecánica y en la actualidad grupos que se diluyen rápidamente.
    "Lo mejor de este movimiento del rock en la ciudad ha sido que gracias a ello, muchos nos hicimos aficionados. Yo siempre agradeceré eso", cuenta.
    "Todas las etapas han sido valiosas. El rock siempre ha sido para disfrutarse. Lo que ahora se me hace lamentable es que las bandas se diluyan por falta de apoyos. Que espacios como la plazuela se cedan a propuestas que poco tiene que ver con la verdadera cultura".
    A él le tocó una época en la que había tocadas cada semana, un tianguis cultural y el nacimiento de muchos grupos. Hoy, lo único que se tiene es un festival anual. Todo se acabó. Ni tocadas en estacionamientos, ni en ágoras.

    Infancia rockera
    Desde niño escuchaba en la XENZ, la música y los artículos que transmitían relacionados con el rock. Se convirtió en una especie de captador de información.
    Esa actitud la desarrolló además porque su hermano llevaba a casa revistas. Imágenes y nombres se fueron quedando en su memoria.
    Estudiaba tercer grado de primaria en El Fuerte cuando se trasladaron a vivir a Culiacán.
    Era 2 de octubre. Destino y encuentro, época de transición en el país. Y él, por su lado, empezó a hacer su propia revolución. Lo que le daban para gastar lo destinaba a la compra de revistas de rock.
    Respondía las preguntas que hacían en programas de radio y de premio recibía discos. Así inició su colección, integrada actualmente por cientos. También la tiene de revistas y las atesora en su hogar. Son recuerdos, pasos andados, memoria de una afición.
    "Cuando iba por los discos, me ponían un cartón y revisaba, con todo lo que había leído para encontrar el que más me gustaba", apunta.
    Desde joven Concho tuvo que trabajar. Era peón de albañil. Esa era una oportunidad para escuchar toda esa música. Empezó a estudiar inglés para que le fuera más fácil el aprendizaje de las letras.
    "Éramos siete hermanos y por problemas económicos tuve que dejar la escuela para trabajar. La mitad de lo que ganaba era para mi casa y la otra para comprar discos o libros", recuerda.
    Paralelo a su trabajo y su afición además por el futbol, fue invitado con Los Tomateritos de Culiacán a un torneo a Los Ángeles. Allá le tocó mirar a los grupos que sólo había visto en un papel: Los Rolling Stones, Pink Floyd, Santana.

    Pasado musical
    El impacto fue total. Poco tenía que ver cuando estudiaba la secundaria y donde actualmente está el Centro de Idiomas, se presentaban Los Kikies, Los Terribles, Los Silvers, Los Dangers, Los Santos, Los Picapiedras. Era 1967.
    También el líder de su colonia, en la Francisco Villa organizaba conciertos. Se saturó de información. Aunque dice no ser una enciclopedia, recuerda con precisión cada momento.
    "En esta época los grupos de la ciudad tocaban toda la noche. Hacían todo solos, desde bajar los instrumentos, conectarlos y recogerlos", recuerda.
    "El asunto aquí era de imitación, incluso sacaban mejor las canciones de las bandas del momento, todo eso pasó en los 60, porque no era permitido sacar cosas originales".
    Fue en los 70 cuando a nivel nacional se rebelaron los grupos y empezaron a sacar material propio.
    "En Culiacán las bandas de rock prácticamente eran para amenizar las fiestas, hasta que a nivel nacional Bandido y Peace and Love rompieron con las reglas de antaño y empezaron a grabar música original".
    En ese tiempo, asegura, la música era más honesta. No había una pose, ni tenían que jugar a ser estrellas. El público simplemente la disfrutaba.

    El Culiacán de antaño
    Grupos de la ciudad sobresalieron muy poco en ese tiempo. Los Kikies, Los Picapiedras con el tiempo se fueron diluyendo. A fines de los 70 surgió Mahagony, encabezado por Alejandro Mojica abriendo brecha fuera del estado y con una buena propuesta.
    "Sus tocadas eran de antología. Se fueron a la Ciudad de México en los 80, grabaron algo, se regresaron por el canibalismo que se daba, no les pagaban, al tiempo regresaron para despedirse. De ahí ya empezaron grupos como Heaven, que imitaban a Kiss", relata.
    "De Mazatlán y Los Mochis empezaron a surgir propuestas. Recuerdo a grupos como Euforia, La Gavilla, Guarnición, Santos Degollado, Ergo Sum, grupos muy buenos pero que terminaron".
    Diversas etapas y momentos le dieron a Concho las herramientas para convertirse en el cronista de este movimiento. Rompiendo la barrera generacional.

    Cronista del rock
    Con historia, discos, revistas, en 1979 el destino llevó a Concho a tener la columna Y sigamos hablando de rock, en El Sol de Sinaloa. Desde los inicios de Radio UAS se convirtió en colaborador.
    Roberto Fernández y el destino lo llevaron a tener diferentes programas ahí, como Capitanes de Arena, en el que relataba la historia de los grandes personajes y bandas de la historia del rock; Refugiados en el rock, En Concierto y Aquellos tiempos de rock. También tuvo una columna en El Debate.
    "Sin proponérmelo me convertí en el cronista del rock sinaloense. Fue un apoyo incondicional de las bandas que necesitaban un estímulo. Reseñé los conciertos y cuando empezaron a grabar me daban los demos", cuenta.
    Concho se inmiscuyó también durante años en la organización de un tianguis del rock y concierto. Todo por amor al arte.
    Hoy se ha alejado. Las condiciones y movimiento ahora son otros. Sólo está frente a los micrófonos manteniendo viva la llama del rock. Después de cuatro años de no asistir al Festival de Rock, al que está por realizarse, se dará una vuelta para ver qué hay de nuevo.

    "Todas las etapas han sido valiosas. El rock siempre ha sido para disfrutarse. Lo que ahora se me hace muy lamentable que las bandas se vayan diluyendo por falta de apoyos."
    Concepción Beltrán
    Especialista en rock