"La experiencia del amor incondicional"
MAZATLÁN._ Citlali Piña es una mujer que tenía claro que su vida era la danza, nunca le pasó por la mente ser madre, porque creía que esa profesión le exige todo a la existencia de una mujer.
Ser madre cambió todos sus paradigmas: su manera de ver el mundo, desde que nació su hijo Simón es diferente, conoció el amor incondicional, aprendió a ser paciente y a sorprenderse con las cosas más sencillas de la vida.
"Sí, Simón me da más de lo que yo le doy. Cuando supe que estaba embarazada, desde el primer momento decidí que quería vivir la experiencia, nunca lo dudé, me gusta enfrentarme y descubrir la vida, no me da miedo, sé que siempre puedo. Las mujeres, si lo decidimos, podemos hacer con nuestra vida lo que queramos, nunca lo he dudado".
Citlali Piña estudió danza en la Ciudad de México, en donde vivió desde que era muy pequeña. Su madre fue una feminista comprometida de primera generación.
Desde hace 18 años es miembro de la Compañía Delfos Danza Contemporánea y tiene 16 años viviendo en Mazatlán. Se considera patasalada.
Estudió en la Academia de la Danza Mexicana en el DF, que en ese momento era un programa de tiempo completo en el que a la par de danza hizo primaria, secundaria y preparatoria, de 7:00 a 19:00 horas, todos los días. Ahí consolidó sus conocimientos de ballet y de danza contemporánea.
"A los 5 años mi mamá me llevaba a funciones de ballet, asistí a una clase de expresión corporal, cuando regresé le dije: Yo voy a ser bailarina, y desde ese momento no quité el dedo del renglón. Me titulé como bailarina profesional y entré a Delfos".
Con los años se convirtió en coreógrafa.
"Me inicié en la coreografía hace 13 años, siempre me pareció un terreno sagrado, complejo, respetaba mucho a los creadores. Les di clases a los que ahora son Lux Boreal, un día me dijeron que les gustaban mucho las frases coreográficas que inventaba en mis clases, me propusieron que les hiciera una coreografía, nunca me lo había planteado de manera tan formal, me asusté en un primer momento", dijo.
"Me di cuenta que entre amigos no tenía que ser algo tan contundente, empezamos como un juego, me encantó desde el primer momento, fue algo que me daba mucho placer y las ideas fluían y no paraban. Desde entonces ya no he dejado de hacerlo, se convirtió en una necesidad, he participado en el Premio INBA UAM dos veces, en el 2002 y en el 2005, la primera vez obtuve segundo lugar y con La frontera de mi piel estuve entre los 10 finalistas".
Ser mamá
"Tardé mucho para ser mamá, estaba totalmente enfocada en la danza, como debe ser en alguien que decida dedicarse a un género artístico y la creación. Creía que la maternidad no tenía cabida en mi mundo de bailarina, nunca sentí la necesidad de ser mamá, ni biológicamente ni emocionalmente", compartió.
"Quedé embarazada porque tenía un desorden hormonal, descansé de los anticonceptivos y sucedió, quedé embarazada. Primero fue un shock, nunca pensé que me fuera a pasar, me daba miedo detenerme en mi carrera, creía que me iba a perder de muchas cosas. Fui educada por una mujer feminista, desde chica tenía claro que debía ser autosuficiente, crecí sabiendo que tenía que ser independiente y hacerme cargo de mí sin importar que tuviera pareja o no, esa no era una opción, yo tenía que ser autosuficiente y punto, nunca me lo cuestioné, así crecí".
Mencionó que sus tías y mamá fueron mujeres divorciadas y nunca ocuparon de un hombre para sobrevivir, ni para sacar adelante a sus hijos.
"Me crié en un ambiente de mujeres fuertes, por eso cuando supe que estaba embarazada le dije a mi esposo que había sido algo que sucedió y que no lo quería atrapar con mi maternidad. Esa fue una gran preocupación, quería que a él le quedara claro que no había sido así, y que además había decidido tener a al bebé", comentó.
"Días antes de saber de mi embarazo, dos de mis mejores amigos me preguntaron que cuándo iba a ser mamá y yo les dije nunca. Cuando lo supe inmediatamente decidí que era algo que quería, ahora que todo pasó me doy cuenta que en el fondo yo sí quería ser mamá, ha sido una experiencia que define mi vida en este momento y la enriqueció mucho. Sí quería tener una familia y una pareja, nunca lo vi tan claro como ahora".
A reconstruir su vida
Una bailarina trabaja permanentemente con su cuerpo, tiene conciencia de él, de cada centímetro de su piel, sabe cómo controlar su cuerpo, cómo moverlo, tiene conciencia de sus músculos, de sus tendones.
"La maternidad es la cosa más fuerte que te pueda suceder, rompe todos tus esquemas, como soy bailarina trabajo todos los días con mi cuerpo, con cada centímetro de él, todo el día estoy consciente de él. Mi rol de bailarina, que tenía tan claro, me lo resquebrajó. El cuerpo se transforma con el embarazo, el cuerpo que siempre vi se hizo diferente, pero además el movimiento también lo es, antes lo tenía todo controlado, de repente no y fue una manera de bajarle al ego, eso es saludable", comentó
"Todo se resquebrajó también en otros sentidos, descubrí que puede haber hombres maravillosos, de los que no tienes que estarte protegiendo, que fluyen con la vida y tú entras en ese flujo y él en el mío, no había competencia, había compañía apoyo, eso significa Beto (su esposo) para mí", dijo.
"Tuve que reestructurarme, replantearme muchas cosas. Creo que estaba lista para un cambio tan radical, ya he vivido muchas cosas, todo se fue acomodando poco a poco, bajé la guardia, el ego desapareció, deje de querer controlar todo y permití que sucedieran las cosas. No me quería casar, el bebé replanteó también esa parte, ahora estoy casada".
Llena de vida
La conciencia de su cuerpo a lo largo de la mayor parte de su vida, la hizo también percibir hasta el movimiento de sus huesos para dar cabida a un pequeño que crecía en sus entrañas.
"Mi embarazo lo gocé, cada kilo que subía, me pareció maravilloso convertirme en una maquina que esta haciendo vida, el amor y el compañerismo que se empieza a construir alrededor de la pareja, todo se va encaminando a hacer un nido, literalmente, para que llegue ese pequeño que te deslumbra en cada mirada y con cada sonrisa", mencionó.
"Fue una experiencia de plenitud de vida. Era difícil no verme en escena de un teatro, pero sentir que se movía adentro me provocaba una energía positiva que te va llenando de vida. También sientes emociones encontradas porque te vuelves muy frágil, todo lo percibes a nivel emocional, pero a la vez sabes que eres capaz de cualquier cosa por proteger a tu niño".
Sin límites para amar
"Cuando nació fue un shock porque había planeado tenerlo natural y no se pudo, me hicieron cesárea, eso me causó mucha frustración. Después en casa me di cuenta que los sentidos se afinaban, escuchas más, te anticipas a su despertar, sabes cuándo tiene hambre, mis pechos empiezan a producir leche cuando a él le entra apetito, aunque esté lejos de el", señaló.
"Te adaptas a que ya no vas a estar solo, que la casa tiene que estar acomodada para un bebé, antes todo el tiempo era para mí. Desde que lo sientes y lo ves en el ultrasonido empieza una relación estrecha, lo amas incondicionalmente, eso es una experiencia, es un amor total. La mayor revelación de la maternidad es que vives la experiencia de la generosidad de una manera nunca experimentada, descubres tu ilimitada capacidad de amar, aprendí a ser paciente, a descubrir la vida con sorpresa. Un bebé te enseña muchísimo".