|
"Farándula"

"Las 'locuras' de Hitchcock"

"Además de ser considerado el gran maestro del suspenso, el director trascendió por varias excentricidades"
15/11/2015 09:19

    Además de ser considerado el gran maestro del suspenso, el director trascendió por varias excentricidades. Hoy, que se cumplen 115 años de su nacimiento, conozca algunas de las "locuras" de este célebre personaje del cine.

    * Con información de Internet

    SE VESTÍA DE MUJER
    Hitchcock solía vestirse de mujer para divertir a sus amigos en las fiestas que daba en su casa de Hollywood.
    En una oportunidad fue filmado con vestido, peluca y maquillaje, pero esa cinta quedó guardada bajo siete llaves en la oficina del director y desapareció tras su fallecimiento, en 1980.


    NO TENÍA OMBLIGO
    Cuentan que esa enorme barriga que siempre caracterizó a Alfred Hitchcock no tenía ombligo, removido tras una operación. Durante la filmación de Trama macabra (1976), el cineasta solía levantarse la camisa y mostrar su panza lisa para asustar a la actriz Karen Black y avivar, así, su trabajo actoral.

    TERROR REAL
    En el rodaje de Los pájaros, el realizador implementó la técnica de hacerles padecer a los actores el mismo terror que padecen sus personajes para lograr mejores resultados. La protagonista, Tippi Hedren, luego de haber sufrido el resonar de los tambores que Hitchcock hacía sonar para que el miedo fuera más palpable, luego de que se emplearan pájaros falsos para atemorizarla y de haber sufrido varias heridas, tuvo un episodio nervioso que la forzó a pasar varios días en el hospital.

    UN MAGO DEL NEGOCIO
    Cuando Hitchcock se disponía a promocionar Psicosis, grabó un mensaje para los dueños de los cines en el que les pedía que no permitieran que la audiencia ingresara al cine una vez que la película hubiera comenzado, generando así mucha expectativa.
    Además, intentó comprar todas las copias de la novela de Robert Bloch para que menos espectadores conocieran el final de su cinta.

    ESPOSÓ A DOS ACTORES
    Alfred Hitchcock consideraba a los actores como instrumentos vitales de un filme, pero siempre subordinados a la palabra escrita primero y a la visión del director después. Esto lo condujo a emplear ciertas herramientas para conseguir los efectos que sus cintas requerían.
    Al rodar Los 39 escalones dejó esposados a los protagonistas, Madeleine Carroll y Robert Donat, todo un día, haciéndoles creer que había perdido la llave. La finalidad era no sólo que sintieran lo que sus personajes vivían, sino también lo que puede suscitarse en una relación.

    SUS CAMEOS
    Una de las "firmas" del director inglés era realizar un cameo en sus películas. Hizo unas 40 apariciones e intentar encontrarlo se transformó en una gran hazaña de muchos fanáticos.
    En Los pájaros (1963), por ejemplo, se le puede ver saliendo de una tienda con dos terriers (sus mascotas en la vida real), mientras que en Para atrapar al ladrón (1955) está sentado justo al lado de Cary Grant.

    BROMISTA
    Alfred Hitchcock gustaba de practicar bromas muy, pero muy pesadas. Durante el rodaje de Vértigo (1958), entró al camerino de Kim Novak y le dejó un pollo muerto y desplumado sobre el espejo.
    En una de esas reuniones que daba en su casa pidió al chef que tiñera la comida de azul: las papas, la carne, el queso, todo. Resultó ser un experimento del director para saber si el cambio de color afectaba al apetito. La mayoría se espantó por el aspecto de la comida y pocos se animaron a probarlos.

    NO VEÍA SUS PELÍCULAS
    Según palabras del propio Hitchcock, cuya declaración bien podría tratarse de otro de sus "juegos" con la audiencia, él se asustaba de sus películas y por eso evitaba verlas después de filmarlas.
    "Les tengo miedo, nunca quiero verlas, ni en una sala ni en otro lado. No entiendo incluso cómo los espectadores pueden soportarlas", declaró.

    DOS FOBIAS
    Hitchcock tenía dos fobias principales: los policías y los huevos ("la sangre es roja, alegre. Pero la yema es amarilla, repugnante", dijo alguna vez).
    El miedo a los uniformados viene de su infancia. Cuando tenía 6 años, su padre lo mandó a una comisaría con una carta por haberse portado mal. Un agente de servicio la leyó y, de inmediato, metió al pequeño Alfred en una celda bajo la advertencia: "Esto es lo que hacemos con los chicos malos". Resultado: trauma de por vida.