"Neurosis y hechos raros/Los 90: La edad de oro"

"Un fuerte movimiento roquero que dio origen a bandas que destacaron dentro y fuera de Mazatlán"
14/11/2015 08:38

    Fernando Alarriba

    MAZATLÁN._ Entre los conciertos de las bandas que sacudieron a todo México con el fenómeno de rock en tu idioma, y la integración de las tendencias musicales más modernas a las discotecas, radios y entre los melómanos del puerto, los años 80 dibujaron los trazos de una época dorada del rock en Mazatlán. 

    Cecilia Reyes, José Enrique Gómez, Julio Recinos y Sergio Ávila del Real son cuatro músicos que llevan el rock calado en los huesos. Cecilia y José formaron parte de una de las agrupaciones de culto de la época, Neurosis; Julio y Sergio fueron integrantes de Hechos Raros, la banda de rock más exitosa en la historia del puerto. 

    A inicios de la década se observaban por las calles de Mazatlán a las primeras "tribus urbanas": punks, metaleros, darks y skatos; la música brotaba de todos lados, y el fenómeno MTV revolucionaría las cosas al volver masiva la cultura del rock, algo que se reflejó en la escena local: Exilio, El Cerillo, Histeria, Degeneración en generación, Hamlet (que sería la base de Hechos Raros), Medusa, Púrpura, Polvo, Tabaco Turco, Pocilga, El Camaleón (con dos viejos conocidos en sus líneas: "El Güero" Lewis y Freddy Pinzón), Chorizosdead, Cemento Cal y Varilla… edades, géneros, estilos y calidad para todos los gustos, una comunidad que vivía en sana competencia y, sobre todo, unida.

    La fiebre

    Los escenarios en aquella década fueron múltiples: tocadas en fiestas de amigos a lo largo y ancho del puerto, desde El Cid a Olas Altas, la Colonia Centro o el Infonavit Playas; en discotecas como el Frankie'O, Chicos Beach Club o El Toro Bravo; bares como el Jarro Café, el Blue o el Caos. 

    Los conciertos masivos en la explanada de la Universidad Autónoma de Sinaloa o la Glorieta Sánchez Taboada convirtieron a Mazatlán en un vibrante mapa para las bandas patasaladas y también para lo más granado de la escena del rock nacional. 

    Fue a partir de la presentación de la banda Transmetal, en la tienda Mictlan, a inicios de la década, cuando el movimiento del rock dio su paso definitivo. 

    "De repente salieron como cucarachas, porque supuestamente no había roqueros, y ¡fa! Salieron como cucarachas. Estaba todo Mazatlán, y el Chucky Inzunza se hizo rico, porque cobró como 50 pesos por la entrada", recuerda Julio Recinos sobre ese evento. 

    Alaska y Dinarama, Fobia, Rostros Ocultos, El Tri, Maná, Juguete rabioso, Los Contras, Café Tacvba, La Cuca, Neón, Sistema, Ecus, Santa Sabina, Caifanes, Maldita Vecindad; si bien de manera esporádica, la visita de estas agrupaciones quedaron grabadas en la memoria como auténticos hitos del rock en el puerto. 

    También destacaron los conciertos playeros organizados por la Cervecería Pacífico en Semana Santa, junto a aquellos que tuvieron lugar en la Plaza de Toros, destacando la presentación de Maldita Vecindad en donde, según cuenta su organizador Rolando Arenas, entre el slam y las camisetas en llamas que el público encendió, aquello se convirtió en un caos: auténtico paraíso roquero. Algo similar se viviría con el llamado Molochete, Molotov y Control Machete alebrestando a la juventud porteña con letras agresivas, vulgares y desmadradas: una delicia para la época. 

    Por otro lado, los concursos realizados por la UAS, en Mazatlán y Culiacán, fueron un escaparate en donde las bandas locales brillaron y desquitaron el esfuerzo que ellos y sus allegados realizaban. 

    José "El Güero" Gómez menciona que había un staff "de a grapa" que trabajaba junto a Neurosis y recuerda cómo el pago de las tocadas a veces se realizaba de forma ingrata, una muy tradicional para el rock. 

    "Nos pagaban con cubetas de pintura con ballenas (risas), ese es el problema realmente, te ven tan feliz haciendo lo que haces que creen que no necesitas nada: 'Te gusta tocar, haces lo que te gusta'… ¿lástima no?, sí, hago lo que me gusta, pero yo necesito que me pagues", señala Cecilia Reyes. 

    Neurosis era un motor de adrenalina: rock, blues y punk al ritmo del baterista Mariano Lizárraga, los teclados de Cecilia Reyes, fuerte mujer roquera, y la poesía contestataria Alberto Sánchez "El Pardo" les permitieron crear un ambiente único. 

    "Tanto hacíamos el cotorreo, la fiesta, que se hacía un círculo grande, una ruedota con los allegadísimos superfans. Maurikius 'El Mauro' y otros más, se subían al escenario y se aventaban, era tan fanático de nosotros, que un día cuando tocamos con Fobia abrimos con la de Las tortugas, traían un equipazo, se empezó a hacer el slam y del segundo piso se avienta 'El Mauro' con unas botas de casquillo y le cae en la cabeza a un cabrón y lo desmaya y lo sacan cargando, al 'Mauro' y al otro bato, y 'El Mauro' no se quería salir… con el tiempo se hizo bajista de nosotros, cuando se salió Jorge Barajas 'El Pulga' ". 

    Aquella época fue, para "El Güero" Gómez un fenómeno porque la escena del rock porteño se sostenía por sí sola. 

    "Vino gente de otras partes… es más, la Maldita Vecindad se agüitó, chinchin, y El Tri también tiró su rollo, no directamente… pero en las fiestas decían que éramos rancheros, 'pongan música tradicional de aquí'; 'El Pardo' le pegó su zape al Álex Lora, jugando, estaba bien maniaco, y se volteó el Lora y se agüitó (risas)… les molestó que se estuviera dando un movimiento en cuanto al público, porque si hay público es porque hay gente buena de aquí tocando, no era sólo porque estaban ellos, el público ya estaba educado".

    ¿En la cima?

    "Me hubiera gustado haber grabado ese segundo disco, ese disco iba a ser un putazo. Porque el grupo ya estaba más maduro. Imagínate. Este primer disco se hace con lo que se hace en Mazatlán y lo que se hace en México, y el otro disco ya venía cargado con temas nuevos, ya los construimos en Los Ángeles, durábamos dos tres días sin salir a la calle por estar escribiendo. Ese disco ya traía experiencias muy padres, desde estarnos muriendo de hambre, hasta estar tocando con La Ley, con Fobia, con La Lupita, Los Rabanes, Aterciopelados, Tijuana No, María Fatal, La Maldita Vecindad… ya rodeados con gente que estaba en otro nivel: Cheche Lara que es el arreglista de Alejandro Sanz ya tocaba con nosotros de invitado en piano; Diego Di Prietri, que era el tecladista de Miguel Mateos, ya nos ayudaba, y de repente invitábamos a Rick Deliz, que tocaba con Roby Draco Rosa y con Menudo. Hay un rola que se llama El Oso', que iba a ser un rolón si la hubiéramos grabado, habíamos invitado al vocalista de Café Tacvba a que grabara los coros". 

    Con una mezcla de anhelo y molestia, Julio Recinos habla sobre el "llegar y no llegar" de la banda porteña Hechos Raros a las ligas mayores del rock nacional. Tras la disolución de Los Encantadores Hombres de Nuestro Santo Patrono y Hamlet, la agrupación conformada por Winny Quintanilla, Juan Carlos Inzunza, Sergio Avila, Jaime Coppel, Juancho Benitez y Guillermo Hernández se darían a la labor de crear una música cuya virtud radicó en "sonar como todo y no parecerse a nada". 

    Hechos Raros se consagrarían rápido a nivel local, y a la menor oportunidad , fueron un paso más allá: salir del puerto rumbo a La Paz y Los Cabos para madurar su sonido y experimentar completamente la vida del músico, era 1993. 

    Al poco tiempo son descubiertos por un productor y graban en la ciudad de Guadalajara el casette Historias de la Ciudad. En sus presentaciones a nivel nacional se dan cuenta que podía competir y gustar lo suficiente, como para integrarse al gran movimiento del rock nacional, pero les costaba trabajo ingresar en la escena local del Distrito Federal. 

    Es aquí cuando, gracias a su mánager, Nicolás Inzunza, deciden irse a vivir a Los Ángeles para desde allá ingresar a otro ritmo de trabajo, a otro mercado, buscar triunfar con una estrategia distinta: conquistar primero Estados Unidos, ya que allá el movimiento del rock en español estaba cobrando fuerza. 

    Surgen desacuerdos, salen algunos miembros y es aquí cuando Julio Recinos es contactado para integrarse a Hechos Raros. Con música que tomaba un bolero y lo destruía, que transmutaba una canción punk en quebradita, con colaboraciones de Banda El Recodo y Víctimas del doctor cerebro, y con presentaciones en las que los integrantes jugaban con lo más chusco del folclor nacional (máscaras de personajes como Carlos Salinas de Gortari y "La Chilindrina"), la banda crea su identidad. 

    Hechos Raros graba su disco homónimo, el primero que un grupo mazatleco grabó con una compañía seria, Fonovisa, contando con ingenieros de sonido que habían grabado a bandas míticas como Black Sabbath y Los Rolling Stones. 

    "Nos vamos de gira, llegamos a alternar con Los Fabuloso Cadillacs, La Ley, La Lupita, Fobia... tocamos en Nueva York, en Miami, Dallas, Austin, Texas, Phoenix, San Francisco, Chicago, en los Estudios Universal; salíamos en la tele, en Telemundo, en programas de Univisión, en MTV, aunque nunca nos programaron el video, en México sí, salíamos en la W y en todas las estaciones de Televisa y la última tocada formal la hicimos un 5 de mayo del 98, en Guadalajara...". 

    Los Hechos Raros convivieron con íconos como Gustavo Ceratti, Café Tacvba (invitaron a Rubén Albarrán a hacer los coros en un tema de lo que sería su segundo disco), conocieron a Juanes cuando formaba parte del grupo Equimocis, tocaron en los mismos escenarios que Eric Clapton o Sublime: la puerta del gran escenario estaba abierta.
    Pero los egos empezaban a brotar, en sus visitas a Mazatlán, menciona Recinos, "el rancho les quedaba chico". Se acercaba el segundo disco, el que los pondría en órbita, pero en ese momento su productor les pide que se fueran a radicar formalmente a Estados Unidos, a trabajar en algo más y a dejar el rock en segundo plano; el grupo no aceptó y cada quien tomó su camino.

    La patasalda, la segunda oportunidad

    A Julio Recinos le queda claro que la historia de Hechos Raros es un hito musical en el puerto, algo que extrañamente no es recordado o siquiera conocido por generaciones jóvenes, e incluso, por sus contemporáneos. Sabe que la gran oportunidad toca pocas veces a la puerta y señala que de volver a tenerla, no la dejaría pasar. 

    Pero para Sergio Ávila de Real la señora fortuna volvió pronto, con La Patasalada, otra banda porteña con identidad única con la que volvió a emprender la misma lucha ardua que con Hechos Raros: viajes, tocadas, hambre, oportunidades, nuevas ciudades, graban el disco "La banda de los Monos Bichis", con Pepe Aguilar como productor, forman parte del disco tributo "Viva Tin-Tán", participan en programas como Big Brother y Otro Rollo. 

    Del 99 hasta el 2008 la banda toca desde Tijuana hasta la Riviera Maya y nuevamente las cosas llegarían a su fin cuando el sonido de La Patasalada dejó de entrar en el marco de la escena del rock nacional dominado por el punk y pop rock. Sin embargo, con la mirada firme, durante la entrevista Sergio ve por la ventana y sabe que él, estuvo ahí, en donde muchos sueñan y pocos se atreven a dar el salto. 

    "A mí no me pueden contar nada: la vida del rockstar, de sexo drogas y rock and roll, el cometer errores, el no tomarse las cosas en serio y arrepentirse, el tener éxito, tocar con las mejores bandas, y hacerlo en dos ocasiones. Muchos te podrán ver y pensar que no la hiciste, los escucho y me río, porque no es nada fácil aventarse el tiro. La vida del músico no es fácil, pero sí vale la pena". 

    Hoy, Sergio se encuentra en otra etapa de vida y ve cómo su hijo empieza su propia historia en la música, y, por qué no, ve cómo escribirá su nombre en la historia del rock dentro y fuera del puerto.


    PRESENTE
    José y Cecilia, (ella es madre de María y Rada Murillo, dos destacadas cantantes), son maestros de su propia academia de música, en donde preparan a fondo a nuevas generaciones. Julio Recinos es miembro de La Falsa Orquesta Cubana y locutor del programa Club de Jazz, en Radio Cultura, música que corre viva, al igual que el rock, por sus venas. Sergio Ávila sigue fiel a sus raíces y sostiene el proyecto "La magia del saxofón", presentándose en plazas, restaurantes y otros escenarios en diferentes partes de la República. Ellos fueron protagonistas de la edad de oro del rock en Mazatlán.