"Triste adiós a Cantoral"
MÉXICO._ Roberto Cantoral García, quien falleció el sábado por la noche a los 84 años, creó dos familias: la que hizo con Itatí Zucchi y la que formó con los compositores; por lo que ayer tuvo una doble despedida, difundió milenio.com.
En la intimidad, su esposa, sus hijos, sus amigos y sus colegas le lloraron en la sede de los compositores; ahí donde por más de 25 años trabajó y luchó porque "el derecho primigenio" (cobro de regalías) de los autores se respetara y se valorara.
Este objetivo lo logró, y por el que su causa ha sido reconocida y agradecida por sus homólogos a nivel internacional, tanto por los de su generación, como por los nuevos creadores musicales, ya que cada vez cobran mejores regalías por sus canciones.
La Casa Grande, como se le conoce a una de las instalaciones de la Sociedad de Autores y Compositores de México, fue una vez más el lugar de la cita con el líder de los autores.
Aunque a diferencia de otras ocasiones -como cuando convocaba a su Consejo para acordar los pasos que seguirían para lograr un pago justo a sus creaciones; o bien, donde vivió bohemias reuniones en las que no sólo sus compañeros, sino también algunos políticos disfrutaron, como lo hizo Miguel de la Madrid, cuando estaba al frente del Fondo de Cultura Económica- la reunión ahora fue para su velación.
Desde la madrugada del domingo llegaron su esposa, Itatí Zucchi, y sus hijos, Roberto, Carlos, José e Itatí. La única mujer, la más chica y quizá también la que proyectaba más su dolor, lucía consternada al igual que sus pequeños hijos, José Roberto y Eduardo.
El elegante féretro negro, tanto como lo era el tamaulipeco creador de temas como El preso número nueve, Qué mal amada estás y El triste, también era el centro de atención de algunos compositores, como Felipe Gil, Indalecio Ramírez, Rubén Zepeda, Gil Rivera y, por supuesto, Armando Manzanero, quienes no daban crédito de la muerte de su líder, a quienes definieron como "un hermano, un obsesivo de la lucha por el derecho de autor y un bohemio.
A esa intimidad, durante la mañana del domingo, también entraron Armando Báez, líder del sindicato de músicos, el experto musical Jaime Almeida, María Victoria, Johnny Laboriel, Tina Galindo, Silvia Cantarel, Fabiola Campomanes, Luz Elena González y Gaby Ramírez, quienes llegaron justo cuando el sacerdote Julio Barrera oraba por Cantoral García y destacaba la doble familia que hizo a lo largo de su vida.
"Roberto tuvo dos familias, una con Itatí y otra con los compositores, por lo que trascenderá tanto por sus hijos, como por su obra", expresó el Padre, al tiempo que pedía a la esposa y a la hija del autor tocar el ataúd con una mano y dar la otra a sus familiares, para crear una cadena entre todas las personas (poco más de cien), que escuchaban el mensaje.
Era casi la una de la tarde cuando la oración culminó; entonces, los descendientes de Cantoral pasaron nuevamente a otra área reservada hasta donde llegó Silvia Pinal, justo antes de que el servicio funerario empezara a sacar las flores, pues se acercaba la hora de la segunda despedida.
Emmanuel, intérprete de Al final (una de las grandes creaciones del autor) y su hijo Alexander Acha hicieron una guardia de honor.
Al final, como un grande
Y es que la trascendencia que Cantoral logró, gracias a su obra, no sólo es la que trascenderá en voces de muchos intérpretes, sino la que fue motivo suficiente para que Conaculta la rindiera un homenaje en el Palacio de Bellas Artes, como a todos los grandes.
Antes de las 15:00 horas, el cortejo, los familiares, amigos y compañeros del autor se trasladaron al máximo recinto de cultura del país.
Entonces, la intimidad de su velorio quedó atrás y empezó el adiós a nivel masivo a las 16:00 horas. Aunque el remolino humano que se formó para presenciar el homenaje casi impedía que el féretro entrara por la puerta principal, de inmediato el orden se impuso y el cuerpo llegó al lobby del teatro.
Apenas se instalaron los familiares de Cantoral García, Consuelo Sáizar, titular de Conaculta, se apresuró a darles el pésame, mientras los violines ya ejecutaban de manera discreta El reloj, al que siguieron La barca, Soy lo prohibido y Yo lo comprendo.
Para entonces, el público seguía haciendo fila para pasar frente al ataúd y la familia Cantoral, al igual que el maestro Armando Manzanero, vicepresidente de la SACM, continuaban recibiendo el pésame; pues hasta el lugar llegó Reyli, Arturo Castro, Martín Urieta, Teodoro Bello, Arturo Velasco y el doctor Barrera, quien por años atendió al compositor.
Un trío, como el de Los Tres Caballeros, en el que Roberto Cantoral inició su carrera, al lado de Chamín Correa en los años 50, también reprodujo la sensibilidad del tamaulipeco y volvió a provocar el dolor que se reflejaba en los rostros de sus seres queridos.
Después de 2 horas, el movimiento entre los deudos volvió a llamar la atención; pues era hora de partir y retomar la intimidad de nueva cuenta en la sede de los compositores, donde continuó el velorio hasta la mañana de ayer, cuando el cuerpo de Roberto Cantoral García fue cremado.
TRABAJO
- Roberto Cantoral inició su carrera con su hermano, después formó parte de Los Tres Caballeros y más tarde se encargó de trabajar por el derecho autoral.