"Una 'Navidad' muy sinaloense"
María Julia Hidalgo López
CULIACÁN._ "Sólo una oportunidad. No existen los fracasos existen las lecciones. Si no me va bien me regreso, pero déjenme intentarlo
no me voy a quedar aquí a ver qué pasa con mi vida".
Sólo tenía 17 años cuando Paty Navidad le pidió eso a sus padres. No la dejaron, pero aun así ella renunció al trabajo que tenía en un banco de la ciudad y se fue en busca de otros escenarios.
Su experiencia en la farándula se limitaba a las participaciones sabatinas en el programa Carrusel, un debut como cantante a los 15 años de edad, en Caborca, Sonora y un fallido concurso de belleza, donde quedó como finalista.
Así fue como Paty Navidad dejó su tierra y partió a la gran capital en busca de su sueño: ser cantante.
En realidad, su primera aparición en público no fue en el programa del doctor Rodelo, sino a los nueve años de edad en la primaria de su natal Carrizal.
"A la orilla de un palmar yo miré a una niña bella, su boquita de coral, sus ojitos dos estrellas. Al pasar le pregunté que quién estaba con ella y me respondió llorando sola vivo en el palmar", tarareó la que fuera su primera canción y recordó con nostalgia, ahora lejos de su pueblo.
Acompañada de "Bruno", su perrito Chihuahua y con una gustosa cordialidad, la paisana me recibió en su casa al sur de la Ciudad de México.
Ana Patricia Navidad Lara dejó Sinaloa con la idea de ser cantante, y si bien ha grabado cinco discos es por su trabajo de actriz como más la conocemos; más de 20 telenovelas, conducción de programas y premiaciones.
Menciona que ingresar al Centro de Educación Artística de Televisa, le serviría, posteriormente, como trampolín para buscar los escenarios del canto, pero fue allí donde también descubrió su gusto por la actuación y es en los personajes que ha interpretado donde ha encontrado muchas de sus satisfacciones.
La sinaloense no se ha escapado de verse envuelta en chismes propios del medio del espectáculo. Sin embargo, aquí nos cuenta cómo es que llegó a la televisión y cuál fue su primera nota en los periódicos locales.
"A los 15 años empecé a trabajar en un banco, en Culiacán. Estando allí recibí la invitación para participar en el certamen de Miss Sinaloa. No me interesó competir por la corona, lo que sí me animó fue participar por una beca que prometieron para ingresar al CEA de Televisa. Mi meta era la beca y no la corona".
Comenta que quedó como finalista y que nunca hubo una beca, tal promesa fue un engaño. Fue tanta su molestia que en medio del certamen tomó el micrófono, y aunque le quitaron el sonido, expresó su indignación frente a los presentes. Al día siguiente los periódicos locales dieron la nota.
A los dos meses del certamen renunció a su trabajo bancario y, pese a las súplicas de sus padres, partió a la ciudad de México. Tocó las puertas de Televisa y pidió que le hicieran casting. Luego de varias pruebas finalmente se ganó la beca del CEA que consistía en 2 mil pesos mensuales y vales para el comedor de la televisora. Comenta que al inicio, y a la fecha, las cosas no han sido fáciles, que reconoce que tomó el camino difícil, ese que recorres sin padrino, pero que estar en donde se encuentra, por mérito propio, es algo que la llena de orgullo.
"Claro que padecí la crítica en el medio y lo peor es cuando te quieren humillar por tu condición económica humilde, pero eso lo único que hizo fue darme más fortaleza". Una mujer sensible pero no débil, así se califica Patricia Navidad.
-¿Si tuvieras la oportunidad de ser una directiva y productora qué quitarías o agregarías a la programación actual?
"Quitaría la agresión y los contenidos de violencia de cualquier tipo, ya hay demasiada para añadir más".
-A quiénes vienen detrás, ¿qué les dirías?
"Que se preparen y que no se dejen encandilar por el oropel y el glamour, porque si es así te devora el medio, al igual que la vida"
El pronóstico familiar no era nada bueno, el DF guardaba latente su amenaza; una ciudad muy grande y conflictiva y un mundo del espectáculo del que se dicen muchas cosas. Sin embargo, todos los augurios fueron nada y el contraste de vida al llegar a la ciudad de México fue pequeño comparado con la grandeza de sus anhelos.
"Llegué al DF bien norteñota y con todo un mundo por descubrir. Yo no veía diferencias de nada, hasta que te empiezan a preguntar ¿qué marca son tus zapatos?, ¿no tienes coche?, ¿la misma ropa?, ¿que vives dónde?...sufrí discriminación pero no me bajé del barco".
Una mujer pública responsable de una imagen que cuidar y también con un mensaje para las de su género.
-¿Qué voz te gustaría que resonara en otras mujeres?
"Primero que nada decir que no somos el sexo débil, que hombres y mujeres tenemos las mismas capacidades para ocupar puestos en cualquier ámbito, en lo que cada una decida. Que una mujer para realizarse no necesita ser madre
que hay muchas cosas por hacer para sentirnos plenas, que no nos de miedo, pues no hay imposibles".
De ser un animal le gustaría ser felino, debe ser porque éstos tienen más de una vida o por la fiereza con que enfrentan el mundo. También un árbol porque oxigenan, dan fruto, dan sombra, siempre están de pie, viven muchos años y sobre todo porque echan raíces; las mismas raíces a las que ella siempre regresa cuando el tiempo se torna difícil. La Navidad se considera amorosa y maternal, y a la pregunta de que si le gustaría ser madre responde: "si llega será algo muy hermoso, pero si no, no es algo que me haga falta"
De Sinaloa extraña su calidez del clima y de las personas, la alegría, la comida, le efusividad, el cariño de su gente. Una sinaloense que le encanta ser sinaloense, orgullosa de su tierra, así lo hizo ver en su papel más reciente en Mimí de la Rosa, donde no tuvo reparo en mencionar varios poblados y virtudes de Sinaloa, una mujer exitosa pues ama lo que hace y para ella ese es el mayor de los éxitos.
La intérprete de Mimí de la Rosa, personaje con quien más se ha identificado, siempre ha mencionado con orgullo su condición humilde y pueblerina. Al quedar como la mayor de seis hermanos, de los ocho que fueron, ella ayudó desde siempre a la economía familiar.
Recuerda que con su primer sueldo, cuando era una empleada bancaria, le regaló a su mamá una falda, blusa, zapatos, y una despensa para la cena navideña. También cada vez que le es posible, lo sé por cuenta propia, Paty ha apoyado a su comunidad en distintos desastres naturales.
Una hermana protectora que siempre ha sido pilar importante de su familia. Una hija que siempre regresa, haciendo un lado el bluff que encierra el mundo del espectáculo para estar con los suyos y rescatar, cada vez, a la niña que vivió feliz en ese pueblo a la orilla de la carretera y a la mujer que aún lucha por sus sueños de infancia.