"Caminando con la historia de Mazatlán"
Salgo a caminar. En las calles está la vida, la voz y el eco de la historia.
Empiezo por la primera de Mazatlán... aunque la primera, históricamente hablando, al parecer fue la Belisario Domínguez, antes Principal, porque unía el muelle de playa norte con las casas del primer cuadro.
La Calle Canizález, que hace esquina con Belisario, originalmente era conocida como “la calle del Ara”. Ara significa piedra consagrada o altar, quizá se refiere al Templo de San José que está en su cima o... antiguamente ahí pudo haber estado antes un altar o ermita.
¿Por qué un altar ahí? Porque de esa calle corría toda el agua del cerro que en la primera época de nuestra ciudad inundaba todo el centro, hasta llegar a La Machado. Era un aluvión permanente y no es extraño que se buscase la protección divina.
En la parte vecina a la Calle Carnaval, en la esquina norponiente de Canizález, se encuentra una construcción donde hubo una importante fábricas de zapatos en el Siglo 19, llamada Ojo de Agua, propiedad del señor Ramón Álvarez, quien también poseía la finca.
El nombre de la fabrica de zapatos surge porque en ese sitio había un peculiar venero de agua dulce, muy apreciable en una ciudad donde aún escasea el agua. (Desconozco si ese señor haya sido antepasado de la familia Álvarez Farber, de quienes sé una propiedad en ese sitio).
También fue Calle San Germán y en 1909 se le puso Francisco Cañedo, en honor al Gobernador Porfiriano, entonces recientemente fallecido.
No duró mucho dicho nombre porque en 1910 se le impuso el nombre de José María de Canizález, originario de la Villa de San Sebastián, de quien se decía ser el fundador de Mazatlán en 1806. (Mis vecinos juran que Canizález era en realidad de El Tagarate, hoy en Concordia).
Ese eje de Canizález y Belisario se volvió más importante con la creación del Mercado Romero Rubio, después Pino Suárez, en un sitio donde estuvo una plaza de toros, que llegaba hasta la futura Aquiles Serdán.
Durante largo tiempo, la Avenida Aquiles Serdán se le llamó la calle de los Cocos, porque ahí se encontraba una larga línea de palmeras hasta llegar al mar; posteriormente se llamó Calle Porfirio Díaz y, curiosamente, durante un tiempo funcionó con una frontera invisible entre el Mazatlán de la clase acomodada y las clases más humildes que vivían en barracas o casa de palo blanco y techo de palma. Nótese que a la fecha casi todas son viviendas unifamiliares.
Cuando se modernizó el rumbo, se le llamó a la siguiente calle paralela como Calle del Barrio Nuevo. Ahí ya eran las afueras y estaba el primer panteón y algunas casas de mala nota que aún sobrevivían en los 90, en la actual Teniente Zazueta.
La Calle Venustiano Carranza es otra de las más antiguas y ha sido llamada Calle del Arsenal y entreverándose con las calles Ancla.
Ahí estuvo la fundición de Sinaloa y está el edificio civil más antiguo de Mazatlán, que es la Aduana Marítima, en su momento, frente al mar.
La cornisa del edificio de la Aduana se encuentra adornada por estas tres figuras interesantes. En las molduras y a manera de metopas, hay unos Cráneos, al parecer vacunos, con los cuernos truncados y adornos; una ancla en diagonal, con una espada como eje y una vestimenta, al parecer femenina.
El significado posible que tienen cada una de estas imágenes es que ese sitio, en su origen, era un comercio donde ahí se vendía carne, objetos de marinería y ropa.
Esto comenta el escritor Alejo Carpentier, quien era arquitecto y señala que este símbolo viene desde la etapa tomada de la humanidad, cuando todo cazador que ha matado un animal, colocaba la cabeza en la puerta de la choza como gesto de triunfo y aviso del producto que ofrece en ese día.
¿Qué tal? Hablando de nuestras calles recorremos su historia y podemos llegar hasta la edad de las cavernas.