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"Colaboración religiosa"

"Educación, Evangelización y Cultura"

"Columna de temas espirituales y cultura general"
06/03/2016 15:52

    Amador Campos Serrano

    Aunque se sabe que vivió en el Siglo 3, fue soldado y murió mártir, la vida de San Adrián está rodeada por la leyenda, pues los datos precisos se pierden en la nubosidad de su tiempo.
    El nombre de Adrián es común entre los latinos y en la historia lo mismo lo han llevado Papas, emperadores y algunos lugares. Es un gentilicio, haciendo referencia al Mar Adriático, cuyo significado sería: “Aquél que viene del mar”. Varios santos también han llevado ese nombre.
    Entre los santos que han portado este nombre está, el Papa Adrián o Adriano II, quien vivió en el Siglo 9, así como algunos mártires, aquí se hace referencia al Mártir Adrián, quien murió a principios del Siglo 4.
    Según algunos registros, Adrián nació en Nicomedia, fue hijo de César Probo, quien fue emperador del año 277 al año 282. Fue oficial romano y, ejerciendo este oficio le tocó tomar parte en algunas persecuciones en contra de los cristianos, durante los mandatos de los emperadores Máximo y Galerio.
    Participando en una persecución, le tocó presenciar la ejecución de un grupo de 33 cristianos y los esfuerzos que se hacían para hacerlos renegar de su fe y al ver la entereza de los martirizados y la firmeza de su fe, quedó impresionado profundamente y apoyado por su esposa, Natalia, que ya había abrazado secretamente el cristianismo, los mandó liberar.
    Este hecho desató la furia del emperador, por lo cual tuvo que dejar el ejército. Siendo emperador Licinio se decretó una nueva persecución en contra de los cristianos y Adrián fue capturado junto con otros compañeros y condenados a una cruel martirio. 
    Estando crueles sufrimientos, siéndole arrancados sus miembros en vida, sin que con ello lo hicieran renegar de su fe, trajeron a su esposa para que presenciara los tormentos y lo animara a retractarse de su fe, pero ella en lugar de eso le impulsó a seguir adelante. Finalmente fue decapitado.
    Es importante señalar a su esposa Natalia, compañera de su vida y sostén de su fe, ella también es considerada santa, aunque de su vida muy poco se ha escrito.
    Una romántica leyenda nos narra que Natalia logró huir en compañía de otros cristianos, logrando llevarse ocultamente las manos amputadas de su esposo mártir. Estando viajando en una nave se desató una fuerte tempestad que casi los hacia zozobrar, entonces las manos amputadas del santo condujeron el timón de la nave a lugar seguro.
    Según esta historia, Natalia regresó al lugar de la sepultura y depositó las manos junto al cuerpo y, despidiéndose de sus acompañantes, se abrazó a los restos de su esposo y entregó su alma a Dios. La Iglesia proclamó mártir a ésta esposa fiel.