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Columna

El altar

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

    Considerado como el centro de una celebración de culto religioso, el altar el es el sitio en donde se establece una estrecha relación entre el plano divino y el plano humano, el cual se deja sentir en el momento de la ofrenda en oblación.

    No en todas las religiones, ciertamente, se ha dado el uso de un altar como el lugar para ofrecer las oblaciones y los sacrificios, pero la datación histórica, sobre el uso de un altar para el culto, se remonta hasta hace 4000 años, ocupando una larga secuencia en la historia de la humanidad.

    Adentrándose en el campo de lo sagrado, el significado del altar, muchas veces, penetraba a la dimensión cósmica, en las diferentes secciones del universo, representando en las partes de su estructura una repetición de la creación. También fue símbolo, en algunas culturas, de la esencia materna, comparándolo con el cuerpo de una mujer.

    En la remota antigüedad, los seres humanos buscaban los lugares elevados de la naturaleza, para hacer ofrendas sacrificiales y más tarde, estos sitios fueron construidos por el hombre, valiéndose de su ingenio y la habilidad artesanal.

    Entre las culturas mesoamericanas, a partir de los vestigios mostrados por las evidencias arqueológicas, desde en el año 1300 a. C. aproximadamente, con la cultura Olmeca, hasta llegar a la mexica, en el momento de la llegada de los colonizadores, se constata el uso de espacios dedicados a la ofrenda a las deidades.

    El significado del término, llega a nosotros a través del latín, en la palabra “altare”, derivada del “altus”, cuyo significado es el de elevado, relacionándolo con la altura, en dignidad, de la divinidad.

    En el ambiente de los romanos, originalmente, era le altar el elemento mas importante en un hogar, el lugar en donde se llevaban a cabo los ritos domésticos de la devoción familiar. De aquí, más tarde, se dio paso a la instalación de lugares para la celebración comunitaria.

    A la llegada del cristianismo, la celebración del memorial de la Cena del Señor, se realizabas en mesas comunes, generalmente de madera o de algún material común. En el siglo III se tiene conocimiento de la construcción, en Roma, de un altar sobre la tumba de san Pedro, colocando una lapida sobre ella, para darle la forma de una mesa.

    En las catacumbas, también, se han encontrado altares, en forma de mesas movibles o de altares fijos, que conformarían, en conjunto, una lapida sobre los restos de mártires insignes.

    Con la llegada de Constantino y el inicio de su era, cobran auge las estructuras de forma rectangular, colocadas en medio de los presbiterios, en las basílicas, en donde eran colocadas las reliquias de los mártires, costumbre aún vigente en nuestros días.

    La Edad Media sin duda, con su sensibilidad religiosa y artística dio auge a la suntuosidad y magnificencia en la elaboración retablos rebosantes de exquisitez remarcando a los altares, muchas veces perdiendo el sentido de su significado, pero dejando constancia de una profunda manifestación de piedad.

    El altar cristiano, dentro de la celebración eucarística esta vinculado con la ofrenda de Jesús en el Calvario, es el lugar donde se realiza, de manera incruenta, el sacrificio redentor. Lugar en donde la comunidad se congrega para ofrecerse con Jesús y en Jesús, en síntesis con toda la creación, al Padre de todo lo creado.

    En al liturgia cristiana el altar del sacrificio eucarístico simboliza al mismo Cristo en permanente ofrenda al Padre.

    En la remota antigüedad, los seres humanos buscaban los lugares elevados de la naturaleza, para hacer ofrendas sacrificiales y más tarde, estos sitios fueron construidos por el hombre, valiéndose de su ingenio y la habilidad artesanal.
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