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Columna

El bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

    Envuelta en la controversia la explosión de la primera bomba atómica sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, lo cual ocasiono el definitivo final de la Segunda Guerra Mundial, obligando a Japón, último reducto de la contienda, a rendición de manera incondicional.

    Los científicos nazis Otto Hahn y Fritz Strasmann en 1938, ya habían iniciado la investigación para producir una detonación nuclear de enormes dimensiones, pasando un informe sobre ello y para 1939 ya trabajaban en la producción de una reacción nuclear en cadena, tanto para fines civiles, como para fines militares, finalmente, para creación de la bomba atómica.

    El proyecto nazi era denominado como el Proyecto Uranio, pero este corría de manera paralela a otro proyecto denominado Manhattan, pero este encabezado por los Estados Unidos.

    El problema para los nazis seria que, en su afán racista consistente en eliminar a la raza judía, finalmente se privó de un alto porcentaje de mentes brillantes para la elaboración de este proyecto, lo cual favoreció al proyecto Manhattan quienes si las incluyeron.

    Para finales de la Segunda Guerra Mundial, los aliados se dieron a la tarea de destruir las plantas en donde se localizaba el elemento denominado agua pesada, necesaria para para la fabricación de las devastadoras armas nucleares. Mientras tanto el proyecto Manhattan seguía adelante.

    Derrotados los ejércitos nazis por el avance de las fuerzas aliadas, usando armas convencionales, quedaba aún, en el Océano Pacifico, la férrea resistencia de los japoneses, quienes de manera suicida sostenían una guerra ya perdida, pero continuaban causando la perdida de numerosas vidas, mientras llegaba su total extinción.

    El llamado Proyecto Manhattan continuaba, encabezado por Estados Unidos, Inglaterra y Canadá, quienes trabajando de manera laboriosa en un laboratorio llamado Los Álamos, en Nuevo México, el cual era dirigido por el científico Robert Oppenheimer, llegando a realizar su primer ensayo con éxito en el desierto de Alamogordo, en el mismo estado de Nuevo México.

    Ante la suicida tenacidad de los japoneses, en su obstinada resistencia a la rendirse, dio inicio a una polémica entre la posibilidad de lanzar la bomba atómica, evitando así continuar la prolongación de la guerra y su consecuente mortandad y la otra realidad de causar una masacre, en la cual habría víctimas inocentes, finalmente se optó por lanzar la bomba atómica para conseguir, de manera incondicional, la rendición de Japón.

    Fue un 6 de agosto de 1945, el día señalado, para lanzar la primera bomba, quedando señalado con el estigma del inicio de la era atómica, cuando desde una nave aérea denominada como Enola Gay fue arrojada una primera bomba de uranio llevando el nombre de Little Boy, sobre la ciudad de Hiroshima.

    Siguiendo el programa trazado de antemano, el día 11 del mismo mes, otro avión de la fuerza aérea arrojo otro mortal contenido ahora era una bomba de plutonio con el nombre de Fat Boy. Originalmente esta bomba seria arrojada sobre la ciudad de Kokura, pero como ahí había escasa visibilidad, hubo un cambio para arrojarla en la ciudad de Nagasaki.

    Ambas explosiones causaron de inmediato más de cien mil muertes, pero continuarían las posteriores consecuencias, ascendiendo hasta un número indeterminado de muertes, calculado en más de medio millón.

    Dentro de la tragedia de toda conflagración bélica, se suma este hecho como una toma de conciencia sobre el uso de la facultad de la inteligencia dado al ser humano y el buen o mal uso que de ella podemos hacer.

    El llamado Proyecto Manhattan continuaba, encabezado por Estados Unidos, Inglaterra y Canadá, quienes trabajando de manera laboriosa en un laboratorio llamado Los Álamos, en Nuevo México, el cual era dirigido por el científico Robert Oppenheimer, llegando a realizar su primer ensayo con éxito en el desierto de Alamogordo, en el mismo estado de Nuevo México.
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