"El Huerto de los Olivos"
Padre Amador Campos Serrano
Domina la vista la cúpula dorada de la Mezquita de la Roca, antes de ella se extiende la antigua muralla de la ciudad, en la que sobresale la sellada puerta, conocida como la Puerta Dorada, donde el pueblo de Israel espera contemplar la entrada del Mesías, junto a ella está el Torrente de Cedrón y el Valle de Josafat, el lugar en donde el juicio de las naciones se llevará a cabo.
Toda esta vista es abarcada desde el Huerto de los Olivos.
Una empinada cuesta está cubierta por arboles de olivo, cuyo aceite era empleado para la unción de sacerdotes, profetas y reyes, cuando eran consagrados, después de ser elegidos para desempeñar el designio del Altísimo.
Las históricas huellas del caminar del pueblo judío están presentes en el lugar, con su grandeza y su tragedia, un dramático episodio fue cuando el rey David se vio obligado a salir huyendo de su hijo Absalón, porque este pretendía usurpar su trono. El llanto desconsolado del padre opacaba su autoridad de rey.
Lugar de paso obligado para llegar a Jerusalén, la cercana Betania, era un sitio donde Jesús acostumbraba detenerse para disfrutar la compañía de la familia, compuesta por tres hermanos: Lázaro, Martha y María, con quienes mantenía una estrecha amistad familiar.
Jesús, continuamente contemplaba la ciudad desde este lugar, el majestuoso templo, la obra más importante de su tipo en todo medio oriente, levantado inicialmente por Salomón, como un lugar en donde pudieran reunirse los creyentes en el verdadero Dios y tras su destrucción fue vuelto a reconstruir, como un testimonio de la fe del pueblo elegido.
La majestuosidad del templo en tiempo de Jesús, obra de Herodes el Grande, no tenía comparación, respecto a los anteriores, levantados en el mismo lugar y era un motivo de orgullo para los habitantes de la capital de los judíos.
Jesús frecuentaba el huerto, sitio idóneo para entrar en diálogo con su Padre Celestial, su entorno ambiental era un lugar propicio para la intimidad de la oración, por ello, al verlo los discípulos le llegaron a pedir: “Maestro, enséñanos a orar”.
El momento crucial del inicio para la culminación de su obra fue cuando las pasiones se cruzaban, desbordándose de maneras encontradas, en un afán de protagonismo y mezquinos intereses, llegando al clímax de la traición, a la par de la cobardía y los arrebatos de cólera y solo el Maestro, en su tragedia, fue capaz de mostrar dominio sobre el caos.
El lugar será parte del escenario, después de la resurrección, del mandato de llevar el mensaje de la Buena Nueva a todas la gentes y de la ascensión del Señor a los cielos.
La referencia inmediata e importante del Huerto de los Olivos, es la de Jesús en su sufrida oración, ante la inminencia de su pasión, una imagen signo de la gloria que, a través de la pasión, fue alcanzada, hasta llegar al triunfo definitivo de la resurrección.