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Columna

El resplandor interno de Dios en el hombre

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA
29/06/2021 13:03

    Profundizar en una interna realidad, hasta llegar a los recónditos misterios, ocultos a la ordinaria visión natural, incapaz de penetrar los límites a que se encuentra sujeta, ahí se encontrará el origen de la limpieza o de la completa contaminación.

    Es un hecho cierto que cuando la suciedad o la contaminación se hacen notorias, es porque ya se extendió y muchas veces su limpieza no puede ser ya completa, ni profunda, quedando siempre secuelas de ella.

    El origen y principio de las cosas, siempre será el fundamento para un buen o mal desarrollo y toda acción dirigida a desarrollar ese fundamento será favorable o será un atentado contra la misma integridad general, llevando a hacia el pleno desarrollo o la destrucción o al menos al atrofiamiento de un sistema.

    En el organismo humano no basta con conocer los fundamentos para alcanzar su saludable desarrollo si estos no se aplican debidamente y en consecuencia se presenta la enfermedad, de nada bastarían los solos conocimientos, por más exactos que estos sean, su no aplicación llevará al fracaso.

    El bien y el mal en este mundo tiene un origen en el ser humano, surgiendo desde su germinación y su posterior desarrollo, el fomentarlos o eliminarlos desde sus orígenes es algo fundamental, según aquella sabia sentencia; “Las cosas grandes, empiezan siendo pequeñas”, esto es aplicable tanto para el bien como para el mal.

    “Dichosos los limpios de corazón porque verán a Dios”, san Gregorio de Niza, al citar esta afirmación evangélica, comenta que esta visión no es externa, como generalmente se idealiza, sino más bien interna, es la visión de quien lo siente nacer en su interior profundo, contemplando su inexplicable gloria, su inefable belleza y asimilando su incomprensible naturaleza.

    Así como el sol ilumina, continua san Gregorio de Niza, esclareciendo con su luz todo lo que toca, así si alguien contempla la luz del sol reflejada en un espejo, sin mirar necesariamente al cielo, notara como este reflejo es también capaz de iluminar a quien le llegue su luz, así el hombre lleno de Dios será capaz de reflejarlo a los demás.

    Todo ser humano tiene la capacidad de ser luz e iluminar a los demás, con la luz divina, pero para ello debe quitar la herrumbre, que lo opaca impidiéndole manifestar esa luz divina.

    El bien y el mal en este mundo tiene un origen en el ser humano, surgiendo desde su germinación y su posterior desarrollo, el fomentarlos o eliminarlos desde sus orígenes es algo fundamental, según aquella sabia sentencia; “Las cosas grandes, empiezan siendo pequeñas”, esto es aplicable tanto para el bien como para el mal.