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Columna

Ingrediente necesario en la familia

EDUCACIÓN EN LA FAMILIA

    Se llama creatividad y parece que le estorba a los padres y a los maestros, desde hace rato que todos conspiran contra ella especialmente la escuela pero también en la familia, no es lógico y sí castrante, impedir que un cerebro creador desarrolle su potencial.

    En el corre, corre diario estorba y no queda tiempo para eso, porque eso necesita tiempo de no hacer nada e inventar qué hacer o de hacer con calma para pensar qué otra manera podría haber para hacer lo que hago y mejor, más divertido o más bonito.

    A mediados del siglo pasado que no había aparatitos, con trabajo televisión unas horas teníamos mucho tiempo para inventar en qué entretenernos, por lo menos en casa podíamos inventar juegos, mis muñecas de papel visitaban a las de mi hermana vistiendo sus mejores vestidos platicando buen rato tomaban el té, después mi papá nos hizo una casita de ladrillos, chimenea, tejado y muebles en el jardín todas las niñas de la privada nos visitaban con sus muñecas, por horas inventando situaciones.

    En la cocina mi mamá me decía yo lo pico así, tú hazte bolas como puedas o quieras para que quede así, parece que tenían claro que había que enseñar el cómo, la técnica pero daba libertad. Me enseñó a tejer pero no me dijo que debía tejer y mis creaciones me encantaban y me divertía hacerlas y cada vez mejoraba.

    Las escuelas no cooperaban a potenciar la creatividad, ahí era de memoria te aprendes aunque no aprendas, y a ver de cuánto nos acordamos porque claro que no lo aprendimos solo para el examen. Siendo que todo niño es investigador y creativo por excelencia ya que la imaginación y fantasía están despertando y de manera espontánea conducen al pensamiento creativo, porque cerrárselos, se trata de un potencial que todo ser humano posee mientras no se lo bloquean, los adultos debemos saber valorar y estimular en niños y adolescentes, mostrándonos más dispuestos y sensibles, tanto para descubrirla como para encauzarla, estimularla y estimarla como un el don más preciado.

    Los adultos parece que tenemos prisa porque el niño abandone su mundo mágico de ilusión, imaginación y fantasía y se les empuja a que lo antes posible dejen de soñar, imaginar, reír, saltar y jugar y se integren a la seriedad de las tareas escolares, de la inmovilidad y el silencio.

    No recuerdo que las tareas que dejaban para hacer en casa fueran como hoy tan abrumadoras, siempre tuvimos tiempo de jugar después de hacerlas, ¿por qué hoy no se pueden separar del escritorio?, a qué horas descansa la mente y se relaja en el no hacer obligaciones sino inventar en el ocio.

    Cuando apagamos la creatividad empezamos a trabajar en automático, aburrido y monótono, con creatividad siempre estaremos inventando mejores maneras u otras maneras de hacer lo que hacemos, innovando, le prendemos la chispa, el interés y el amor a lo que hacemos, nunca será aburrido y siempre seremos mejores, en lugar de conformistas y masificados que siguen al pie de la letra por miedo o flojera.

    Poner atención si en su comportamiento habitual detectamos algunos rasgos lo más razonable es que estemos dispuestos a respetarlos y favorecer su desarrollo. ¿Cuáles? Estos:

    - Poderosa imaginación, inventa historias fantásticas enriquecidas con ideas brillantes, pero imposibles.

    - Curiosidad constante sin límites molesta, todo le llama la atención y no deja de hacer preguntas a veces tan inesperadas y originales que dejan perplejo al adulto.

    – Experimenta y ensaya constantemente, ilusionado siempre por descubrir algo nuevo y distinto.

    – Poderosa y rica fluidez verbal se expresa con absoluta claridad desde los primeros años.

    - Independencia en el pensar y obrar expresado tanto en las respuestas como en soluciones fuera de lo corriente.

    – Fuerte y persistente personalidad que le lleva a sentirse autosuficiente mucho antes que los de su edad.

    – Facilidad para encontrar relaciones e interacciones entre cosas, hechos y personas.

    – Marcado inconformismo que lleva a no adaptarse fácilmente a las normas y no importarle demasiado la mayor o menor aceptación social.

    – Gran sensibilidad ante todo lo auténtico natural y bello.

    – Suele ser distraído, molesto e inquieto en clase, sin participar apenas, cuando no se le da la oportunidad de emplear en el aprendizaje su poderoso caudal de pensamiento creativo.

    – Constante, incansable y motivado hasta el límite cuando se le da la oportunidad de desarrollar su originalidad y creatividad en lo que propone.

    – Habitual sentido del humor, ilusión y alegría contagiosa que se desborda.

    Las maneras de frustrar esta creatividad son: no prestando atención, enfadándonos por tantas preguntas e historias, no haciendo preguntas, no dando oportunidad por demasiada carga de trabajo

    La creatividad hace falta en la vida de todos, por ejemplo, inventar maneras de decir a los que queremos cuánto les queremos de diferentes maneras, ilusiona a quien lo recibe y a quien lo da.

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