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Columna

La buena educación

EDUCACIÓN EN LA FAMILIA

    El mundo está en plenos juegos olímpicos, lo habrán notado, si se les ocurrió ver los comentarios sobre los atletas, lo hagan bien o mal se los comen con groserías, faltas de respeto, algunos felicitan o comprenden las situaciones, pero muchísimos no.

    Y lo mismo sucede si compartes algo sobre maltrato animal, si te atreves a decir que eres vegano, ya no se diga si el tema es política los adjetivos son irrepetibles los odios salen a flote rapidito, y bueno pido perdón porque seguro no todos son así, pero es característico de Morena, los que llaman del Prian suelen ser más comedidos en sus respuestas.

    A lo que voy es que este es el camino por donde vamos, el grado de insensibilidad sobre los problemas y situaciones de otros: personas, animales, naturaleza y el daño que se puede causar con las palabras. Siendo que no mejorará solito sino más bien empeora y cada vez se enrarece más el ambiente donde nos movemos, terminará intolerable porque no es posible pasar la vida solo con nuestro grupito de personas afines, imposible no tratar con los demás que están en la oficina, en el camión en la sala de espera o en alguna cola para cualquier cosa, necesitamos de todos de una forma o de otra porque no sabemos hacer todo lo que necesitamos.

    Para vivir en sociedad la buena educación es indispensable para no ir por la vida sacando chispas, imaginemos ir por la calle y que de todos salieran chispitas que aterrizan en los demás, aunque no se vean las chispas así vamos, mejor tomar foto o video que ayudar que nos puede comprometer, o sacarle la pistola a quien se atrevió a llamarte la atención por gandaya o te vio feo, está sucediendo, no queremos que a los niños les toque vivir así siempre a la defensiva o con miedo.

    La buena educación no viene con nosotros al nacer, solo la tienen quienes la han adquirido y la única forma de adquirirla es por los padres que se ocupan de eso, ni el dinero, ni un título académico o de nobleza la garantizan, la podrán facilitar si alguien se ocupa, si no hay quien se ocupe solo será una posibilidad que se pudrió sin nacer.

    Nuestro talante personal no pasa inadvertido ante los demás, puede ser lo que más llama la atención de nuestra personalidad, la espontaneidad tan defendida por la sensibilidad de hoy, más bien puede traicionarnos y hacernos daño, muchos que presumen de ser muy auténticos, pueden estar siéndolo pero auténticos patanes o (patanas para ser inclusiva estaría poniendo una carita muriendo de risa).

    La persona educada tiene sensibilidad para dar el trato justo a cada situación que se le presenta, sensibilidad y educación son dos conceptos estrechamente enlazados, es nuestra sensibilidad quien nos lleva a captar cuál ha de ser nuestro comportamiento ante los demás en esta o aquella situación, son nuestros conocimientos de urbanidad quienes nos dicen cómo hemos de comportarnos, que quede claro que no es solo cuestión de formas sino sobre todo de actitudes.

    Tú puedes enseñar a tus hijos a no dejar sucios y desordenados los lugares donde trabajó o cocinó es la forma, pero si le explicas que a él no le gustaría llegar a hacer sus tareas a un lugar así sin encontrar lo que necesita o que está sucio o roto, estás tratando con la actitud hacia lo que se hace y por qué.

    La buena educación parte de un concepto correcto sobre la persona (toda persona) su dignidad y el respeto que se merece, es decir que tiene en cuenta lo que la persona es, no lo que tiene, ser atentos y educados con las personas no es una táctica sino de un convencimiento, no dirigidas a hacernos simpáticos sino a dar a los otros el trato que merecen.

    La educación necesita hacerse vida por la moral, las meras formas no convencen a nadie, más bien son contraproducentes.

    La urbanidad se fundamenta en la ética que es la que explica la razón última de nuestro comportamiento, es decir desde la virtud es más fácil acceder al encuentro con los demás de forma adecuada.

    Resulta que el bien cuando se pone por obra, tiene la peculiaridad de acertar siempre, cuando hacemos el bien nunca nos equivocamos, estamos en buena sintonía con lo que se debe hacer. Las ofensas al otro, incluso por omisión son incompatibles con el talante moral bueno, desde la indiferencia o prepotencia imposible dar un trato educado a los demás.

    Quizás una buena táctica para educar en esto podría ser: hacer exageradamente lo que no se debe frente a los hijos y capten lo desagradable o bochornoso o injusto sin rollo; hay cosas en que se puede todo lo de urbanidad en la mesa, no recojan ni ordenen sus tiraderos ni busquen lo que perdieron, y siempre que sea posible hacerles ver la situación de esta o aquella persona y que le ayuden. Hacerles ver la condición de estos o aquellos animales o el medio ambiente.

    Tener en cuenta que para acceder a empleos en lugares importantes ahí toman más en cuenta la actitud que los conocimientos, necesitan personal que sepan hacer equipo y trabajar juntos y no hagan mal ambiente.

    La buena educación no viene con nosotros al nacer, solo la tienen quienes la han adquirido y la única forma de adquirirla es por los padres que se ocupan de eso, ni el dinero, ni un título académico o de nobleza la garantizan, la podrán facilitar si alguien se ocupa, si no hay quien se ocupe solo será una posibilidad que se pudrió sin nacer.
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