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Columna

La viudez

    Revisando el tema de las pérdidas podemos llegar a esta conclusión, y que también lo avalan varios investigadores, quedarse sin los seres queridos, especialmente sin el cónyuge, es una de las pérdidas más comunes en la vejez; por tanto, la viudez, es habitual en la edad avanzada que, en cualquier otra etapa de la vida, al igual que la jubilación, la pérdida del cónyuge constituye un acontecimiento predecible.

    La viudez en adultos mayores es un acontecimiento doloroso que se caracteriza por la aflicción o duelo, soledad, pérdida de compañía y cambios en la organización diaria; el proceso de afrontamiento a la viudez se ha estudiado a través de cuatro dimensiones: relación de pareja, afrontamiento conductual, afrontamiento cognitivo y afrontamiento afectivo.

    La población mundial está envejeciendo y la mayoría de los países en el mundo están experimentando el incremento en el número y proporción de personas mayores; el envejecimiento se ha convertido en una de las transformaciones más significativas durante el Siglo 21 por los cambios en las estructuras familiares y los lazos intergeneracionales, además de las demandas dentro de los bienes y servicios de esta población.

    La ausencia de una pareja pone en evidencia la importancia de su compañía en la vejez, la viudez representa falta de amor, sexualidad y placer que los otros familiares no pueden compensar; está oscila entre dos paradigmas la soledad y la pérdida, sin embargo, una vez superado el duelo se abre una nueva oportunidad para el amor y la sexualidad en la vejez.

    La viudez durante la edad adulta mayor es un suceso que puede provocar cambios económicos, pérdida de identidad y deterioro de la salud por lo cual es importante considerar la percepción e importancia que el adulto mayor da a la viudez.

    El fallecimiento de la pareja tanto femenina como masculina afecta la organización de la cotidianidad y rutinas dentro del hogar, además de que el acompañamiento familiar durante y después de la pérdida ayuda a mitigar el dolor y sentimiento de soledad.

    La viudez durante la vejez, es más llevadera puesto que la pérdida de familiares y amigos a lo largo de las etapas de su vida permite desarrollar estrategias de afrontamiento las cuales conducen de forma positiva la adaptación a la ausencia de su pareja. Los hijos se preocupan y creen que no podrán superar la muerte de su pareja, pero no es así, grandes sorpresas me he llevado en el curso de consulta tanatológica.

    Las mujeres piden y cuentan con mayor apoyo emocional de sus familiares que ayuda al desarrollo de fortaleza individual en la que se descubre cierta “libertad” en la toma de decisiones, por el contrario, a los viudos les afecta más la soledad subjetiva o emocional y les dificulta asumir tareas domésticas lo que les impulsa al deseo de buscar una nueva pareja.

    La muerte de la pareja genera un vacío emocional difícil de restaurar, pues produce sentimientos de soledad que en muchos casos se convierten en trastornos depresivos que pueden afectar a su salud, pues temen sufrir algún accidente o una enfermedad repentina estando solos.

    La pérdida del cónyuge se incrementa en la vejez por la situación física y mental por la que se encuentran, por lo que puede resultar más complejo el proceso de duelo y afrontamiento a la ausencia del ser querido, sin embargo, también se considera el nivel de resiliencia adquirido con el tiempo lo que también puede ser de ayuda la superación de la muerte de la pareja.

    La viudez es tres veces más común entre las mujeres que entre los hombres por la diferencia en la expectativa de vida y por el patrón de casamiento entre mujeres jóvenes y hombres mayores.

    Las viudas experimentan más problemas afectivos y emocionales consecuencia de los conflictos económicos que muchas atraviesan, cayendo así en la necesidad de adaptarse mucho más rápido que los hombres, la viudez no solo es un estado civil, sino que implica una serie de vulnerabilidades que traen consigo una imagen de debilidad, necesidad, indigencia y desgracia.

    La probabilidad de que los hombres enviuden en la vejez es menor que la de las mujeres, por lo que es menos probable que dependan de sus hijos; su mejor garantía para una vejez bien respaldada es el matrimonio y no la paternidad. Para los hombres la situación de viudedad puede ser un acontecimiento dolorosamente inesperado; habiendo delegado muchas tareas de la vida diaria en sus parejas puede encontrarse abrumados, impotentes e incapaces de valerse por sí mismo.

    La viudez en los hombres puede tornarse difícil por los cambios dentro del hogar, los viudos tienden a no expresar sus emociones y aislarse de familiares; muchos de ellos toman la decisión de buscar una nueva pareja quien le ayude con la organización y cubra el vacío de su pareja, muy pocos acuden a la ayuda de sus hijos.

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